Por Alberto Larraín/Médico
El sábado 14 de mayo, Chile se estremecía ante la noticia de que Nabila Rifo, una joven de 28 años de la región de Aysén, madre de cuatros hijos, quien fue agredida brutalmente en la vía pública de Coyhaique, donde se le generó diversas fracturas de cráneo y una consecuente pérdida de masa encefálica, pérdidas de dientes, pero además el agresor realizó la extracción de sus dos ojos.
Una semana después, el sábado 21 de mayo, Chile vuelve a recibir un golpe, Eduardo Lara de 71 años moría asfixiado mientras trabajaba como guardia en Valparaíso. Una bomba molotov tirada por un encapuchado inició un incendio en el edificio en que se encontraba, mientras se realizaba la cuenta pública de la Presidenta Bachelet en el Congreso.
Los ojos son la ventana del alma, dice el adagio popular: tú Nabila perdiste los tuyos y tú Eduardo fuiste atacado por quienes cubrían su rostro y no dejaban ver los de ellos.
Ningún escrito puede contener la indignación, tristeza, y dolor que nos embarga por lo que ha sucedido estos últimos días. Todos les fallamos Nabila y Eduardo, a ustedes y a todas las mujeres y a todos las personas mayores de Chile. Porque todas las mujeres y todos las personas mayores pudieron ser ustedes.
Lo que te sucedió Nabila, no es un hecho aislado, es reflejo de una herida profunda de la que no nos hemos hecho cargo y que Chile no quiere mirar, pero las heridas conferidas a tus ojos son la bofetada que clama por 24.000 compatriotas que sufren abuso sexual año a año; por el recordatorio que somos el tercer país del mundo con mayor abuso sexual infantil y que sólo el año pasado 45 de nuestras compatriotas murieron por femicidios.
Ya no estás con nosotros Eduardo y nadie podrá devolverle a tu familia tu sonrisa, ni nada de lo que digamos o hagamos reparará el sin sentido de tu muerte. La condena al puñado de jóvenes que jugando a ser revolucionarios, realizan el acto más individualista de todos, aniquilar la vida de alguien debe ser unánime. Pero además nos sacudes recordándonos que estabas ahí porque que eres parte del 90% de los jubilados que tienen una pensión menor a 150.000, y que deben seguir trabajando para no caer en la pobreza y que Chile no ha sido capaz de mirar con agradecimiento y solidaridad por una vida de entrega.
Si los ojos son la ventana del alma, hoy ustedes Nabila y Eduardo, son los Ojos de Chile, nuestros ojos, que nos enrostran parte de nuestra propia alma como país.
Nada justifica esta violencia. Hoy tu estado Nabila y tu muerte Eduardo duelen profundamente, pero lo que más duele es que no puedan sentir nuestra culpa y que les pidamos perdón como comunidad. Por ello nuestro deber es tratar de mirar las causas originarias que hacen que nos anulemos los unos a los otros, porque la solución definitiva a este tipo de situaciones no vendrá de mano del castigo a los responsables, que sin duda deben recibirlo, la solución vendrá de la mano de fortalecer el encuentro entre todos nosotros, hacernos cargo del que está al lado, responder por su bienestar y sentirme responsable por Él, así como debimos hacerlo con ustedes Nabila y Eduardo.
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