Al revisar los balances de los Matte, Luksic y Angelini, la realidad indica que no han sido malos sus resultados durante el Gobierno de Michelle Bachelet, siendo solo el tercero el que ha visto golpeadas fuertemente sus utilidades y el factor clave no parecen ser las reformas, sino los precios internacionales en sus principales negocios. Los dichos de Andrónico Luksic parecen no sostenerse en cifras, aunque desde el conglomerado señalan que tales palabras se referían a la situación general de Chile. Canadá y Australia, dos economías que también dependen de los commodities, llevan 2 años con la inversión derrumbada y no se habla de que están en una crisis política.
La vocación de todo empresario es maximizar utilidades. El trabajo que gerentes, directores y trabajadores pueden realizar en una compañía está enfocado en lograr el mejor retorno a sus inversiones.
Cuando Andrónico Luksic sostuvo a La Tercera, el 3 de septiembre pasado, que el país se caía a pedazos, la retórica de su alocución rebotó en todos los medios por la importancia de quien hablaba y se sumó entonces al coro de empresarios, columnistas, ejecutivos y políticos que cuestionan la gestión del Gobierno actual y le adjudican a su agenda reformista la responsabilidad en la evidente desaceleración que vive el país y su consiguiente impacto en la actividad.
De que ha tenido un impacto en las confianzas, no hay duda. Ahora, ¿cómo se mide eso en cifras? Entre los economistas no existe un consenso. Y tampoco queda claro el impacto que han tenido en la pérdida de confianza los escándalos de colusión, uso de información privilegiada y financiamiento ilegal a la política, en que los empresarios más poderosos de Chile han sido los actores principales.
Una mirada a los números ilustra que las quejas del controlador del Banco de Chile no se condicen con los resultados de sus empresas en el transcurso de este Gobierno y que, por ende –al menos en su caso y el de otros grupos económicos–, el país definitivamente no se cae a pedazos, como señaló.
Y si a eso se suma la noticia del jueves, de que tanto la pobreza como la desigualdad disminuyeron en los últimos dos años, se puede construir un argumento válido –desde una mirada más política– respecto a que, si el costo de tener un país con menos pobres y más igualitario es pasar por un periodo de crecimiento más acotado, quizás valió la pena. Pero solo el tiempo dirá.
Las cifras
Si el objetivo de todo empresario es maximizar sus utilidades, en Chile en los últimos dos años los negocios siguen funcionando y retornando. Y cuando eso no ocurre, mayoritariamente las causas se encuentran en el exterior, fundamentalmente por resultados de empresas coligadas y filiales en el extranjero y/o por la negativa evolución que han tenido los precios de productos que se cotizan a nivel internacional.
Frente a las consultas de este medio respecto a la inconsistencia de los dichos de Luksic con los resultados de su grupo, la respuesta de este apuntó a una visión de país que el empresario deseaba dar, más que a una representación particular de intereses.
“Cuando miramos los datos económicos, sociales y políticos no hay dudas que el país está en una situación compleja”, explicó el grupo, enumerando siete puntos por los que considera justificadas las palabras del empresario.
“Lo que se quiso decir es que estamos viviendo en un ambiente como si estuviéramos en recesión, a pesar de no tenerla. Las cosas no avanzan, hay bloqueo y polarización. Esta es, en parte, la tensión natural de un país con el nivel de ingreso que Chile alcanzó. Tal vez una percepción algo exagerada, pero que lentamente se va convirtiendo en realidad y que influye en las decisiones de consumo e inversión. Y también influye en la disposición a dialogar para encontrar soluciones para los desafíos y problemas que se arrastran por años, problemas de los que hay que hacerse cargo para no quedarse entrampado en este nivel, considerando además que estamos en un país con una mayor clase media y de aspiraciones crecientes”, se indicó.
Junto con ello, el grupo señala que el país está creciendo por tercer año consecutivo en torno a 2% “y el próximo año no será mejor”. “Esto es mucho menor que el promedio histórico y ciertamente menor a nuestro potencial. Estamos creciendo a menos de la mitad de lo que estábamos acostumbrados. Si eliminamos la recesión de 2009 y 1999, el crecimiento promedio post 1983 es de 5,8%. Lo más preocupante es que estamos creciendo a este bajo ritmo por un período demasiado extenso (no teníamos este fenómeno desde la crisis de los ochenta)”, añadieron.
Su visión crítica la sustentan también en afirmar que no hay una desaceleración cíclica en el país sino estructural, “lo que ha impactado el crecimiento al que podríamos aspirar en el mediano plazo”, por lo que –a su juicio– “estamos hipotecando además parte de nuestro futuro, no solo el presente”.
“Es claro que no todo es autoinfligido, el mundo está pasando por una fase de bajo crecimiento prolongado (‘nuevo normal’ según FMI), en general, el mundo está creciendo menos. Pero ese efecto es mayor en Chile, es decir, tenemos un componente idiosincrático importante por la fuerte caída en la confianza de la gente y de las empresas”, argumentan.
Agregan también a lo anterior las cifras de desempleo que están subiendo. “Aunque las cifras de desempleo abierto crezcan lentamente, el subempleo (cuenta propia, parcial involuntario o sobrecapacitado) refleja que las condiciones del mercado laboral son sin lugar a dudas peores que hace un par de años”.
“La evolución de los salarios nominales y el costo de la mano de obra son consistentes con este empeoramiento. El pesimismo de los consumidores refleja este empeoramiento en sus perspectivas individuales de ingresos futuros e influye en sus decisiones de compra”, dicen.
A ello agregan que la inversión lleva dos años cayendo, en parte por el fin del boom minero. “Pero también porque la confianza está por el suelo, en niveles similares a los de la crisis del 2009 cuando efectivamente estábamos en recesión. En inversión tenemos una caída de 4% en la Formación Bruta de Capital Fijo para 2014, y en 2015 y 2016 caídas adicionales de 1,5%”, sostienen.
Finalmente, suman que “el nivel de pesimismo de la sociedad, la caída en la satisfacción con la vida, el bajo apoyo ciudadano al gobierno, sus representantes y sus reformas, la creciente efervescencia social, el alto nivel de indecisos para las elecciones que vienen, la desconfianza, la creciente evasión en el Transantiago, son todos signos de un país que no está bien”. “En términos relativos, está peor que hace 10 años, por lo tanto, cayendo/empeorando. No hay nada en el ambiente que indique que esta situación vaya a mejorar en el corto plazo, más bien los últimos datos apuntan en la dirección contraria”, afirman.
¿Grupo Luksic se está cayendo?
El grupo que lidera Andrónico junto a su hermano Jean Paul está viviendo momentos complejos y con dos realidades distintas.
Por un lado, el negocio minero –que genera gran parte de las ganancias y en el pasado fue una fuente inagotable de generación de utilidades–, en los últimos años ha enfriado la máquina de hacer dinero.
En el primer semestre de 2016, Antofagasta Minerals –el holding que agrupa las operaciones mineras del grupo– mostró ganancias de US$ 88 millones, equiparando lo obtenido en el mismo período de 2015. Sin embargo, la cifra oculta el impacto positivo de la venta de su operación sanitaria en el norte. La enajenación de esta le permitió impulsar los apenas casi US$ 5 millones que obtuvo el grupo sin considerar la venta. Con todo, su Ebitda llegó a US$ 570 millones, incluso creciendo un 2% sobre el mismo periodo de 2015, vinculado a la reducción de costos alcanzada.
Así, los números han variado notablemente desde lo que ocurría hace cinco o más años, cuando el grupo obtenía hasta más de US$ 2.000 millones en utilidades, lo que a su vez impulsaba las inversiones en el país.
No obstante, el mal escenario que enfrenta el grupo no parece estar afectado por reformas del Gobierno o la desaceleración del país. El gran factor en este desplome de las utilidades respecto de años pasados, en que se multiplicaban las mismas, es la caída del precio del cobre.
En agosto de 2011 fue el último momento en que el metal superó los US$ 4 la libra. Durante 2012 y 2013 el precio valor siguió bajando, aunque con vaivenes que le permitieron aún tocar por momentos y hasta mediados de 2014 los US$ 3. En todo 2015 y en particular en 2016, el precio del metal rojo se ha mantenido sostenidamente bajo US$ 3 y con mayor consistencia cercano a los US$ 2. Con costos que pueden ajustarse pero no de forma tan dramática, las mineras han sentido el impacto en su caja y sus ganancias. Y Antofagasta Mineral no ha sido la excepción, aunque informó en agosto pasado que una fuerte baja de costo le permitió contar con números azules. E incluso ha tenido caja para invertir, pagando US$1.000 millones por el 50% de la minera Zaldívar.
En un segundo ámbito de análisis, el área financiera e industrial, que lidera Andrónico y que se engloba en Quiñenco, ha tenido una evolución mixta en sus ganancias y donde el principal factor para los malos momentos ha sido el mal ojo del propio grupo en hacer inversiones.
El holding incluye su participación a través de LQIF en la propiedad del Banco de Chile, el más grande del país, donde comparte propiedad con el estadounidense Citigroup. Es por lejos el activo más determinante del grupo, pues el banco aporta cada año casi US$ 1.000 millones en utilidades, llegando casi la mitad al conglomerado.
También incluye el negocio de combustibles, donde manejan la distribuidora Enex, la participación en la francesa Nexans (que absorbió Madeco) y la emblemática CCU, entre otros.
Pese al bajo crecimiento del país, Banco de Chile mantuvo casi inalterada su utilidad en el primer semestre en torno a los $ 246 mil millones, dejando al holding casi $ 58 mil millones. Tanto Enex como Nexans mostraron buenos números, revirtiendo, en el caso del segundo, las pérdidas del año pasado. CCU, en tanto, vio un alza en sus ventas de 4%, con particular empuje de Chile con 7%, cifra a su vez beneficiada de un 5,4% de alza en los precios. No obstante los negocios internacionales y la reestructuración local influyeron en que las ganancias de la firma bajaran 17,7%.
Así las cosas, el factor que mayor impacto tuvo en que Quiñenco ganara un 23% menos que en los primeros seis meses de 2015, fue CSAV, la empresa de transporte marítimo que en 2011 Luksic adquirió al grupo Claro y que desde entonces solo le ha dado problemas. Tanto así, que en 2014 optaron por fusionarla con la alemana Hapag-Lloyd.
Hasta ahora la inversión de más de US$ 1.300 millones que ha hecho el grupo, sin siquiera haber realizado un due diligence –como lo han asegurado conocedores de la operación–, le está costando caro y así lo ratificó en el primer semestre de este año. Las pérdidas en el área de transporte de Quiñenco prorrateadas por su participación en la firma germana, afectada por condiciones de mercado internacionales, superaron los $ 22 mil millones y revirtieron los números azules de 2015 ($ 27 mil millones). Con ello, la última línea de Quiñenco terminó cayendo de más de $ 89 mil millones a menos de $ 69 mil millones.
Las reformas, al parecer, no tuvieron mucho impacto en el devenir de los números de Luksic. Y, aparentemente, el Gobierno actual tampoco ha golpeado las cifras hacia atrás.
Según los estados financieros del holding, sus ganancias en 2014 fueron de $ 58.239 millones. O sea, ya en los primeros seis meses de 2016, aunque las cifras resultasen menores a 2015, las utilidades superaron en $ 10 mil millones las de 2014. Aunque también corresponde recordar que en el primer semestre de 2013 –cuando aún era Presidente Sebastián Piñera– Quiñenco obtuvo utilidades de $ 74.517 millones, mayores a las de 2014 (58 mil millones), pero inferiores a las de 2015 ($ 89 mil millones).
Es decir, en los últimos tres años, en sus primeros seis meses de cada ejercicio y sin corregir cifras por inflación, las ganancias del grupo fueron $ 6.000 millones menores a las últimas vistas hasta enero-junio del Gobierno de Piñera. Esto, sin considerar el tema minero, cuyo factor de impacto está completamente dado por elementos exógenos al país.
El impacto de esa caída, de hecho, ha influido en su ubicación en el ranking de riqueza de la Universidad del Desarrollo (UDD). Si a marzo de 2014 Luksic se ubicaba en primer lugar, con un alza de dos lugares sobre diciembre de 2013, un año después se posicionaba segundo y a marzo de 2016 se desplomaba al 21, con notables bajas trimestrales en crecimiento, patrimonio e ingresos.
Matte arriba
La situación de otros dos grupos, de los más tradicionales y referentes del gran empresariado local, verifica nuevamente que el crecimiento del país y las reformas parecen no estar llevando a Chile a caerse, como señaló Luksic a La Tercera hace tres semanas.
El grupo Matte, que lideran los hermanos Eliodoro y Bernardo, junto al sobrino de ambos, Bernardo Larraín Matte, no ha tenido malos años en el Gobierno de Bachelet.
Así al menos lo reflejan los resultados del holding que agrupa participaciones en sus principales compañías, Minera Valparaíso. Bajo dicha sociedad, figura la participación total del conglomerado en la generadora eléctrica Colbún, su principal activo.
En los primeros seis meses de 2016, el grupo registró ganancias de US$ 102 millones, cifra que más que duplicó lo obtenido en el mismo lapso de 2015, cuando ganó US$ 40 millones. En retrospectiva mayor, el registro es equivalentemente inferior a los US$ 112 millones que obtuvo en 2014, aunque supera con holgura los US$ 75 millones de enero-junio de 2013. En resumidas cuentas, y sin corregir las cifras por inflación, el holding tiene saldo positivo de ganancias por casi US$ 20 millones en los primeros semestres de cada año desde 2014.
Sin embargo, las cifras no terminan ahí. Minera Valparaíso solo tiene el 12% de Bicecorp, que a su vez controla el Banco Bice. Además, posee el 20% de Empresas CMPC. En ambas firmas el grupo Matte cuenta con participaciones superiores a través de otras sociedades. Así, en Banco Bice, el grupo maneja el 96% de la propiedad; y en CMPC, un 51%.
En los primeros seis meses de 2016, CMPC ganó US$ 107 millones, lo que permitió revertir la pérdida de US$ 44 millones que tuvo en el mismo lapso de 2015. Además, en los primeros seis meses de 2014, la firma había ganado US$ 138 millones, casi un 20% más que en el mismo lapso de 2013.
El banco, en tanto, tampoco ha visto reflejada la desaceleración. Bice obtuvo casi $ 37 mil millones de utilidades entre enero y junio de este año, casi $ 10.000 millones más que en similar periodo de 2015. Eso sí, en los primeros seis meses de 2014 el banco había ganado más de $ 31 mil millones; es decir, en 2015 hubo una baja de casi $ 4 mil millones sobre 2014, aunque dicha cifra había significado casi duplicar los $ 18.373 millones del mismo lapso de 2013.
En rigor, y sin considerar ajuste por inflación, el banco logró subir más de $ 20 mil millones sus ganancias de primer semestre de cada año desde el cierre de enero-junio de 2013.
Con tales números, Matte ha sostenido una presencia relevante en los grupos económicos. Según la UDD, este grupo se posicionaba tercero a marzo de 2016, con ubicaciones similares en patrimonio, ingresos y activos, aunque con solo el séptimo lugar en crecimiento.
Angelini con saldo negativo
De los tres grupos más reconocidos del país, el que levantó el fallecido patriarca Anacleto Angelini es el que efectivamente ha sufrido más con los números. De hecho, según la UDD, a marzo pasado se ubicaba séptimo en el ranking general y con una caída de cuatro puestos sobre el trimestre previo. Aun más, en el ítem crecimiento, el grupo el grupo cayó nueve puestos al lugar 16.
El holding a través del cual maneja más del 97% de los activos del grupo es Antarchile. A su vez este controla Empresas Copec, vehículo que permite canalizar las distintas inversiones que posee: en el área forestal, con Celulosa Arauco; en combustibles, con la compañía de petróleos Copec, como asimismo Abastible, Sonacol y Metrogas; y en pesca, a través de Igemar (Pesquera Iquique-Guanaye) y Corpesca.
En el primer semestre, Antarchile tuvo ganancias de US$ 193 millones, que significaron una baja de casi 10% respecto del mismo lapso de 2015 y suponen una baja aun mayor sobre los US$ 349 millones que ganaron en 2014. En 2013, en tanto, las utilidades habían alcanzado los US$ 288 millones.
Es decir, solamente en el primero año del Gobierno actual, el grupo Angelini logró elevar sus utilidades y, en consecuencia, su saldo en términos de evolución de ganancias es negativo.
Sin embargo, las causas de la baja de 2016 responden principalmente, y al igual que en los otros grupos, a factores externos.
La filial forestal Celulosa Arauco ganó US$ 109 millones, casi US$ 81 millones menos que en el mismo periodo de 2015. “Esto se explica por una disminución en el resultado operacional por MMUS$ 161, asociada a menores ventas en todas sus líneas de negocios, producto principalmente de caídas generalizadas en precios, especialmente en celulosa”, explica la compañía en su análisis razonado. De hecho, sus ingresos bajaron un 11% por la misma disminución de precios de la celulosa fuera del país.
Copec, en tanto, vio caer sus ganancias desde casi $ 100 mil millones en los primeros seis meses de 2015 a $ 78 mil millones en el mismo lapso de 2016, lo que la empresa explica como consecuencia de una baja de 15% en el resultado de operaciones, influido por menores volúmenes de venta en canal industrial y márgenes en Chile. Una explicación de aquello podría ser la competencia, considerando que Copec disminuyó su participación de mercado de 60,3% a 58,5% en el mismo período. Sus otras empresas del sector combustibles –Abastible, Sonacol y Metrogas– vieron alzas de sus ganancias en el período.
En tanto, Igemar y Corpesca registraron incrementos en sus resultados. La primera redujo sus pérdidas de US$ 9,9 millones a US$ 700 mil, mientras Corpesca disminuyó sus números rojos desde US$ 9,5 millones a US$ 700 mil.
Si uno mira a las empresas del IPSA, el argumento es aún más fuerte de que las cifras no avalan que el país se esté cayendo, al menos en números. A junio de este año las utilidades de esas empresas subieron más de 30%, en parte gracias a recorte de costos y venta de activos, pero también gracias a mejoras en la última línea e ingresos. El sector de retail, uno de los mejores ejemplos.
El ejemplo de Australia y Canadá
Y si uno mira a la inversión en un país como Australia, que no se halla viviendo un periodo reformista como acá, también está sufriendo ya 2 años de un desplome de la inversión. La razón es que, como Chile, su economía depende de la minería. En el primer trimestre cayó 5,1%. El año pasado la inversión tuvo una caída récord. A septiembre de 2015, según cifras de Bloomberg, la inversión disminuyó 9.2% y en la industria minera el descenso era de 10,4%.
Lo mismo ocurre en Canadá, otra economía que depende de materias primas y que, sin estar experimentando una “retroexcavadora”, lleva 5 trimestres con la inversión en bienes de capitales en picada. En los primeros tres meses de este año cayó 9,7% y sin expectativas de repuntar en un futuro cercano.
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