Son 618 mil votos menos. Comparando las elecciones de alcaldes de 2012 y 2016, la Nueva Mayoría perdió uno de cada cuatro votantes, lo que contribuyó a su derrota contra Chile Vamos.
No fue que el pacto opositor tuviera un desempeño muy superior al anterior: de hecho, perdieron también 209 mil votos respecto de 2012. Sin embargo, la merma fue apenas un tercio de la que sufrió el oficialismo, lo que repercutió en la pérdida de muchas alcaldías del conglomerado en el poder.
La Nueva Mayoría sacó menos votos que en 2012 en el 66% de los municipios en los que compitió, y de acuerdo a una estimación del analista Alvaro Bellolio, sus candidatos sacaron 44% menos de votos que hace cuatro años en las 139 comunas representadas en la encuesta Casen, que abarcan al 80% de la población.
Además, la pérdida también se extendió a la elección de concejales, donde la NM bajó 500 mil votos respecto de su desempeño previo, principalmente en áreas urbanas.
Sólo en la Región Metropolitana la pérdida de los votos oficialistas alcanzó los 323.950 sufragios, poco más de la mitad de la fuga total registrada el domingo 23.
El descenso más estrepitoso se produjo en Maipú, donde el oficialista Freddy Campusano (DC) bajó en casi 44 mil votos respecto de lo obtenido en 2012 por la entonces Concertación. Eso sí, el edil que representó a la coalición en esa oportunidad, Christian Vittori, esta vez corrió en paralelo.
Sintomático, sin embargo, son las bajas registradas por dos figuras emblemáticas que resultaron electas en 2012 y que en esta oportunidad resultaron derrotadas: Carolina Tohá (PPD) sumó casi 20 mil votos menos que en la municipal anterior, y Josefa Errázuriz (ind.) registró 12 mil sufragios menos que cuando se instaló como fenómeno electoral.
La magnitud del desastre en la Región Metropolitana para la Nueva Mayoría puede contrastarse con lo ocurrido en Chile Vamos, que bajó los votos de sus alcaldes a nivel nacional en casi 200 mil sufragios, pero de los que sólo 80 mil son de Santiago.
No es un misterio que los alcaldes funcionan en la práctica como jefes de territorio en las parlamentarias. Un mapeo de las regiones que en 2017 deben elegir a sus senadores evidencia la débil plataforma con que la Nueva Mayoría enfrentará las próximas elecciones. En la Región de Tarapacá, el oficialismo logró elegir tres de siete alcaldes y en Arica conquistaron uno de cuatro municipios. En la Región de Atacama -zona de la presidenta del PS, Isabel Allende- el balance fue de seis de nueve ediles.
El mayor traspié se produjo en la Región de Valparaíso, donde 12 alcaldes de 38 elegidos militan en filas oficialistas. En el Maule, en tanto, mantuvieron 12 de 30 municipios; en la Región de La Araucanía, 15 de 32 ediles son de la Nueva Mayoría, y en Aysén, el resultado fue de tres de 10.
Mención aparte es la Región de Antogafasta, representada por el senador Alejandro Guillier, donde no se eligen senadores en 2017 y donde se bajó de cinco a dos alcaldes.
Cuando se cambió el sistema electoral, una de las proyecciones que circulaba entre los analistas de la Nueva Mayoría era cuántos diputados obtendrían si se tomaba como base la elección de concejales, que representa apoyo partidario y cuyo formato es el que más se parece al nuevo sistema.
En ese entonces, el cálculo apuntaba a que la NM podría alcanzar 96 legisladores en la Cámara Baja, cifra que le hubiera entregado los tres quintos del hemiciclo. Después de la elección del domingo pasado, usando ese mismo modelo de proyección, la cifra baja 17 diputados, a 79, lo que aún le daría al bloque el control, pero por apenas dos escaños.
Los analistas políticos han advertido que ese dato no puede ser extrapolado de forma sencilla, ya que no considera bien factores como la irrupción de nuevos partidos o la existencia de figuras emblemáticas en las zonas que buscarán su reelección. Pero la baja comparativa sí muestra la forma en que la elección municipal pega en las expectativas del bloque pensando en un año más.
Si la votación de alcaldes pudiera ser proyectada a la elección de diputados, el desempeño de Jorge Sharp en Valparaíso le serviría para llevarse uno o dos diputados en todo el distrito, que incluye a comunas como San Antonio y que elige ocho parlamentarios.
Al mismo tiempo, el hecho de que cinco de los nueve concejales elegidos por el pacto Cambiemos la Historia -que incluye a Revolución Democrática- estén en Macul, Ñuñoa, Providencia y Santiago, zonas que corresponden al nuevo distrito de Giorgio Jackson, hace que el diputado tenga una base territorial para intentar un buen resultado en las elecciones de 2017. Si Jackson se empina sobre el 30%, por ejemplo, podría sacar hasta tres parlamentarios.
Son dos muestras de la nueva geografía electoral que podría complicar al oficialismo el próximo año. Esto, porque el mal resultado de la Nueva Mayoría en zonas urbanas, sumado a la emergencia de fuerzas de izquierda hacen que un escenario donde puedan quitarle cupos sea bastante probable.
A eso se suma que 12 de los 28 distritos -todos en zonas mayoritariamente urbanas- eligen entre seis y ocho diputados, lo que implica que a un candidato le bastará con entre el 11 y el 14% para entrar al Congreso, y que, si van en listas, podrán arrastrar a compañeros aunque tengan pocos votos. Un escenario que no deja de preocupar a un bloque que justamente tuvo sus mayores problemas en las principales ciudades del país.
Hay cinco de los 28 nuevos distritos en que la votación de concejales de la Nueva Mayoría no superó el 40%: Arica (39,22%), Antofagasta (37,14%), Santiago-Providencia-Macul (38,78%), Las Condes-Peñalolén-La Reina (20,99%) y La Florida-Puente Alto (36,97%). Además, Valparaíso-San Antonio también quedó con una votación reducida: 42,18% para el bloque.
Cuatro de estos seis distritos eligen seis o más diputados, por lo que es imperativo para el bloque buscar buenos candidatos.
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