Todo comenzó hace unas semanas con la denuncia pública del ex productor periodístico de Radio Universidad de Chile, Nelson Navarro, quien cesó sus labores en la emisora, acusando que fue despedido mientras estaba con licencia médica, en recuperación de un infarto. El empleado apuntó la responsabilidad por esa decisión directamente al director de ese medio, Juan Pablo Cárdenas, académico y Premio Nacional de Periodismo.
“Son muchas las personas que durante estos más de diez años he visto pasar por la radio, incluyendo importantes periodistas que se han visto afectados por decisiones basadas únicamente en el temperamento del director Juan Pablo Cárdenas, quien por motivos que muchas veces no son comprensibles para todos, despide o al menos reasigna de funciones sin explicación alguna, provocando desconcierto y temor en el equipo”, resumió Navarro.
La acusación fue rechazada desde un inicio por Cárdenas, quien hizo sus descargos a través de este mismo medio. “No nos haremos cargo de otros juicios antojadizos y sin prueba alguna que el señor Navarro profiere, reiterándole nuestro deseo de que se recupere plenamente de su enfermedad y procure obtener el título de periodista que por largos años nos prometiera exhibir para, de esta forma ser pasado a contrata dentro del escalafón profesional”.
Sin embargo, otros diecisiete ex trabajadores de ese medio salieron a apoyar el testimonio del productor periodístico. “Lo sucedido con Nelson Navarro está lejos de ser un caso aislado. Durante nuestra permanencia como trabajadores de la emisora, fuimos víctimas y/o testigos de situaciones generalizadas de violencia laboral y psicológica de parte del director (Juan Pablo Cárdenas)”, manifestaron en una carta.
Gritos y despidos por correo electrónico
Según el testimonio de cuatro ex trabajadores de la estación pública, además del de Nelson Navarro, son diversos los casos que dan cuenta del complejo ambiente laboral que enfrentan los comunicadores que trabajan para Cárdenas.
En diálogo con El Desconcierto, la periodista Oriana Miranda, quien llegó en 2014 a la radioemisora, relata que los primeros meses en ese medio fluyeron con tranquilidad y que solo “veía sufrir” a su editora, hasta que ella misma fue nombrada en ese cargo, meses después, comenzando a tener trato permanente con el director.
“Pensaba que así se trabajaba en el periodismo o que era porque yo no sabía cómo se hacía la pega. Eran gritos constantes en las reuniones de pauta, por teléfono, correos reclamándome a las 5 de la mañana por algo que se había publicado. Yo empecé a desarrollar un pánico y me despertaba a las 5 de la mañana a revisar mi correo, para ver si había algo”, recuerda.
Por esos días, Miranda fue testigo de cómo Cárdenas despidió a uno de sus compañeros por correo, también de madrugada, porque no le había gustado lo que publicó la noche anterior: “Mandó un correo con copia a la directora administrativa echándolo a esa hora. Esa era la atmósfera, de miedo, donde cualquier error te podía costar que te echaran por correo y estábamos todos con boleta (a honorarios)”.
Luego de la renuncia de una de sus compañeras, quien apenas alcanzó a quedarse dos meses en la radio, Oriana dimensionó lo que ocurría. “Cuando ella dijo ‘no aguanto más, esto es violencia laboral’, cuando le puso nombre a lo que estaba pasando, me di cuenta de que estaba mal y me fui también”.
“Psicológicamente es terrible”
El ex director de programación Luis Briceño vivió una experiencia similar. Entró a la radio en julio de 2016 con la misión de montar un canal de televisión por streaming, después de sostener una buena relación a distancia con Cárdenas, durante su estadía en Francia.
Briceño describe un episodio que según él grafica uno de las facetas denunciadas por los ex periodistas en su declaración, una supuesta “conducta permanente de abuso de poder, violencia, misoginia y homofobia”. El hecho ocurrió en medio de un lanzamiento de libro en la Sala Máster de la Radio Universidad de Chile, en septiembre del año pasado.
“Estábamos instalando los micrófonos (digital lavalier) a los panelistas y Juan Pablo. Luego viene Javiera Olivares, presidenta del Colegio de Periodistas, y Juan Pablo le dice textual, sin saber que tenía el micrófono abierto: ‘Sí pos mijita, antes para ponerle el micrófono tenía que ser sin ropita’”.
El comunicador detalla que “Juan Pablo se dio cuenta que la gente lo escuchó y fue una vergüenza súper grande. Es el tipo de comentarios que él hace, esto lo sabe Javiera Olivares y no ha tomado mucha posición sobre este asunto”.
Briceño asegura haberlo encarado en una pauta. “El director de la radio me señala que era lamentable el contenido que habíamos subido y me dice ‘yo, Premio Nacional de Periodismo, no me puedo permitir una cosa así’. Ahí le digo: vergüenza te debería dar cómo tratas a la gente y me empezó a insultar. Entre otras cosas, me dijo que no iba a aceptar que un pendejo que estaba paseando en Europa mientras él hacía cosas por este país lo cuestionara. Me dijo ‘agarra tus cosas y te vas’”.
Pero las cosas empeoraron cuando Cárdenas lo acusó de haber robado su programa y amenazó con no pagarle el sueldo. “Yo le pregunto por qué y me dice que no, porque eres un sinvergüenza y no sé qué más”. Días después, sin embargo, el director retrocedió en su decisión.
El ex trabajador asegura que “es fuerte ver el grado de sometimiento de la gente. Había un chico al que Juan Pablo echó y luego reintegró a los dos días. Psicológicamente es terrible”.
Periodista a honorarios renunció y nunca recibió su sueldo
“Yo firmé la declaración porque me pareció muy impresentable lo de Nelson y porque viví una situación complicada al interior de la radio”, cuenta Carolina Blanch, que llegó a la Radio Universidad de Chile a hacer su práctica, después de conocer a Cárdenas como profesor del Instituto de Comunicación e Imagen (ICEI) de la misma casa de estudios.
Carolina Blanch se desempeñaba en la editorial de la estación pública, corrigiendo textos, coordinando lanzamientos de libros y otras labores, además de colaboraciones periódicas con la web del medio. Según cuenta, por esos días debía corregir y encargarse de los temas pendientes del nuevo libro de Cárdenas, titulado La democracia traicionada (2013).
“No es fácil llegar y conseguir una foto, sus derechos de autor y, si no, pagar por ello. Me conseguí la primera foto y luego faltaba la que ocuparíamos de él, en la solapa. Él me lo pidió un día y al otro yo todavía no le tenía la foto rastreada y se choreó. Me dijo que cómo podía ser, que yo era una inepta, nos trató a ambas de ineptas por correo (a ella y a Gloria Barros, diagramadora). Y ahí me quedé paralizada y le dije ‘no, ¿sabes qué?, no me parece este trato’”, cuenta Blanch.
Anteriormente, Carolina había llamado la atención de su jefe por formular en público una serie de comentarios ofensivos sobre el aspecto de su pareja de entonces, quien hoy es su actual marido. “Empezó a hacer comentarios desagradables sobre él delante mío y de otras personas. Decía que era chico, feo, se burló de su aspecto físico. Yo le pedí respeto”.
>Sin embargo, en medio de las discusiones sobre su libro, la tensión no dio para más. “Me dijo: ‘haz lo que quieras, ya no sé si quiero que corrijas mi libro, ándate si quieres”. Y yo lo que hice fue renunciar”, señaló la periodista. Posteriormente hubo otros correos, donde Cárdenas habría intentado echar pie atrás, aunque sin arrepentirse de haberla calificado como “inepta”. Cuando renunció, Carolina ya había lanzado dos libros a su cargo, corregido la obra de Cárdenas y publicado un reportaje sobre la Armada de Chile.
“A final de mes les escribí para saber qué pasaba con mi pago. Si bien renuncié por maltrato laboral y psicológico, yo había cumplido hasta ese día y se me debía pagar mi parte. Él me contestó que no correspondía, que yo había hecho abandono de mis funciones. Le dije que era el colmo, que todo lo que hice hasta mi renuncia era comprobable. Pero me dijo que iba a incurrir en una ilegalidad, que si yo quería me pagaba de su bolsillo, pero que era muy majadero de mi parte, que le había acarreado mil problemas, que era irresponsable, inmadura y que no aceptaba críticas”, recuerda.
Al notar que no le pagarían el trabajo realizado, Carolina acudió a la secretaria de Cárdenas, Danae Cortés, para pedirle explicaciones y sostiene que le dijo lo que más tarde varios de sus compañeros también oirían por respuesta: “Me dijo que no sacaba nada con ir a la Inspección del Trabajo a denunciar esto, que tenía todas las de perder. Me dijo es poca plata, tú estás con boleta a honorarios, no pierdas tu tiempo. Te estás metiendo con la Universidad de Chile, acá nadie ha ganado un juicio”, sentenció.
Desde aquel día, optó por olvidarse de su experiencia laboral en la radio y del pago inconcluso y asegura que “quedé tan paralizada que me bloqueé, lo olvidé hasta que vi la declaración de Nelson. No es casualidad que tantas personas estén firmando esta declaración”.
“Él abusa de su situación de poder”
El periodista Héctor Areyuna señala que lo más grave de aquel ambiente laboral era el temor a los despidos arbitrarios o más bien, el término del convenio de honorarios que sostenía la radio con la mayoría de los comunicadores.
“Yo creo que lo peor es que se trabajaba con un poco de miedo, con mucho miedo en realidad”, apunta, agregando que se desempeñó como editor algunos meses, tiempo en que se enfermó producto del estrés. La situación le generó una gran decepción, ya que asegura haber llegado a la radio “emocionado por trabajar con uno de los periodistas más importantes de Chile”.
Al igual que el resto de sus compañeros, relató que el trato era difícil y que siempre estaba puesta en duda su capacidad como profesional. “Esto, en distintas etapas: como periodista y editor. Nunca hubo un liderazgo positivo de parte suya, más allá del ejemplo que pueda significar trabajar con alguien con su trayectoria”.
Areyuna asegura haber estado un fin de semana entero despedido por un motivo extraño. “La justificación del despido fue: por un lead (primer párrafo de una noticia). Un lead que tenía la omisión de un dato que a él le parecía relevante. Solo porque no tenía ese dato, fui despedido. Luego me recomendaron escribirle una carta defendiéndome, le dije que me parecía discutible y me permitió volver”, señala.
Ahora, acusa el periodista, se enteró de que Cárdenas le envió una carta a Nelson Navarro donde éste le pide disculpas y lo invita a reintegrarse a la radio. Sin embargo, los planes del periodista apuntan a resolver la situación denunciada a través de la Justicia.
“Nos enteramos de una carta que él envió a Navarro, donde le pide disculpas. Él solía hacer eso, pero el daño ya está hecho, lo de Nelson fue la gota que rebalsó el vaso. Por lo menos, tiene que significarle un reproche a algo que él no se quiere dar cuenta y es que él abusa de su situación de poder. Tiene que recordar que no es patrón de nadie en radio y que estamos hablando de un medio público”, cierra.
Los descargos de Cárdenas y una investigación en curso
El Desconcierto intentó contactar a Juan Pablo Cárdenas por correo electrónico y llamados diarios a la radio, sin ninguna respuesta de su parte. En tanto, desde la Rectoría de la Universidad de Chile confirmaron que se inició una investigación al interior del plantel para recopilar las versiones de ambas partes y poder ayudar a subsanar el conflicto.
Por su parte, Cárdenas respondió a la carta de los ex trabajadores de la estación pública con una columna denominada “Canibalismo político y otras prácticas sucias“, donde a partir de su comentario político sentencia que “en estos últimos días, nosotros mismos hemos sido objeto de falsas, arteras e infamantes denuncias provenientes de elementos que no tienen el coraje, por supuesto, de denunciarnos donde correspondería hacerlo y prefieren descargarse a través de las redes sociales y medios que les sirven, reitero, de verdaderas letrinas”.
A la vez, usando la misma plataforma de la radio, el director publicó una carta donde el académico Sergio Grez y el líder de la Coordinadora No+AFP, Luis Mesina, entre otros, le manifiestan apoyo público tras las publicaciones que dieron cuenta de la versión de los trabajadores. En “En carta abierta al Rector: Solidaridad con el director de la Radio“, los firmantes señalan que Cárdenas es acusado con “injurias que nos parecen repugnantes y debieran merecer sanción penal”.
Además de destacar los quince años de trayectoria del académico y comunicador y su desempeño como profesor del Instituto de Comunicación e Imagen, en la misiva recordaron que “son sus numerosos escritos y libros los que dan cuenta de una brillante carrera profesional, compromiso con la justicia social y los derechos humanos. En lo que se explica que fuera implacablemente perseguido y varias veces encarcelado durante la dictadura militar”.
Aunque es cierto que no existen numerosas demandas laborales en su contra -una situación que coincide con la inexistencia de contratos laborales denunciada por la mayoría de los periodistas- sí hay antecedentes de acciones judiciales.
Por ejemplo, está el caso de Ricardo Salazar, quien decidió demandarlo a la radio tras un despido arbitrario en 2011. Su caso obtuvo dos sentencias favorables: la del Juzgado Laboral de Valparaíso y la Corte de Apelaciones. Sin embargo, en la Corte Suprema revocaron el fallo. Una situación conocida por parte de los trabajadores a honorarios que deciden acudir a la Justicia.
Tras las denuncias públicas, será la investigación de la Rectoría de la Casa de Bello la encargada de pronunciarse al respecto, determinando cuál es la mejor forma de solucionar este caso en los próximos meses y podría haber novedades si Nelson Navarro concreta su acción judicial.
Por su parte, los ex periodistas de la radio aclaran que esta no es una venganza hacia su director, sino un llamado a impedir que sigan replicándose sistemas de trabajo precarios y violentos al interior de los distintos espacios de esta entidad pública.
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