Los ángeles caídos

Por Oscar Contardo

El Frente Amplio debería tener un gesto con todos -con la prensa, la opinión pública- y elaborar un manual de instrucciones para entenderlos. Una especie de Biblia que nos indique cómo reaccionar adecuadamente a sus torpezas, impericias y ansiedades mal administradas, sin que como respuesta tengamos una eterna monserga en torno a nuestras malas intenciones y sesgos, o peor aun, nuestra incapacidad para comprender que detrás de una maraña de imprudencias no hay otra cosa que un hervidero de virtudes que los impuros somos incapaces de apreciar.

Necesitamos un documento preventivo que nos ayude a entender cuáles son sus estilos, las maneras de relacionarse y los pulsos temporales en los que trabajan. Quizás así podríamos entender con nitidez la razón para que una persona, Alberto Mayol, a quien hasta hace un mes ellos mismos presentaban a la ciudadanía como un digno representante suyo como candidato presidencial, en un lapso de semanas se haya transformado en un monstruo manipulador, ególatra y misógino, que ahora han desenmascarado. Porque eso han hecho. Exhibir un relato al estilo Gremlins, la película ochentera que mostraba cómo unos bichos importados mutaban de peluches mimosos a engendros del demonio si se los alimentaba después de la medianoche. Lo dijeron tan tranquilos y lo que esperaban era que todos acatáramos –sobre todo el propio Mayol- sin que surgiera una erupción de dudas y una sorna monumental.

Si despejamos la chimuchina -los audios, declaraciones, la comisión funeraria de medianoche que va a anunciar la sentencia- y nos quedamos con el nudo argumental, tenemos un relato básico: el del Gremlin o Señor Hyde súbitamente descubierto. Frente a esa historia -que tomaremos como real para estos efectos- nos caben al menos dos explicaciones. La primera es que realmente hayan sido engañados desde un principio y desconocieran totalmente el desarrollo conductual del personaje. Esa posibilidad no sólo los deja como ingenuos, sino también como irresponsables. ¿Qué hubiera sucedido si Mayol gana la primaria? ¿Lo apoyan a pesar de todo? ¿O estaban tan seguros de que no ganaría y que sólo serviría para darle visibilidad al proyecto y a la candidata favorita? La segunda opción es que junto con apoyar a Alberto Mayol hicieran vista gorda a las aspiraciones que el candidato de ocasión -y subrayo de “ocasión”, porque lo mismo que Beatriz Sánchez, la candidatura de Mayol no surgió de la militancia del Frente Amplio- tendría una vez finalizado el proceso. Lo que ambas opciones tienen en común es la falta de previsión, un regusto instrumental en donde los medios se ajustan a los fines y a una ansiedad de poder similar a la del monstruo que nos acabaron describiendo durante esta semana.

En el camino se arregla la carga, dicen en el campo. Un dicho tradicional, agrario, al ritmo de la yunta de bueyes que poco se ajusta a la imagen modernosa y cosmopolita que muchos dirigentes del Frente Amplio insisten en difundir; un atributo luminoso que le suma encanto al boceto de monjes guerreros semilaicos, redentores comprometidos con una causa a la que adhieren de puro justos. Allí dentro nadie tiene intereses personales, sólo el deseo de hacer el bien sin mirar a quién. El inconveniente es que mientras insisten en proyectar esa imagen de pastoral juvenil de universitarios burgueses que ocupa sus feriados visitando miserias ajenas, lo que vemos desde acá afuera son las pugnas habituales a cualquier coalición política, que es justamente lo que son. El error de origen ha sido asumirse como santos antes de que se les conociera milagro.

“No somos ángeles”, dijo un distinguido dirigente del Frente Amplio, candidato a diputado, en una entrevista en televisión, luego de las bochornosas jornadas de esta semana, cuando empapelaron a los medios con comunicados públicos explicando una teleserie que a nadie, excepto a ellos, les concernía mantener bajo control. Lo dijo como si realmente creyéramos que habían caído del cielo y no bajado en bici desde el oriente de Santiago hasta las marchas de la Alameda. Como si realmente hubiéramos pensado que eran algo diferente. “No somos ángeles”, dijo el candidato, añadiéndole un nuevo elemento a una lista que suelen repetir los dirigentes del flamante Frente Amplio: no somos la Concertación, no somos la Nueva Mayoría, no somos el duopolio, no somos izquierda. Ya sabemos lo que no son. Espero que en el manual de instrucciones para comprenderlos en sus infinitos recovecos venga la respuesta clave a algunas preguntas que sospecho nunca han querido enfrentar: ¿Qué son? ¿Qué es realmente el Frente Amplio?

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