“¿Ustedes prefieren algún proyecto expansivo al costo que eso eventualmente baje la posible recuperación del crecimiento económico? O ¿ustedes creen que las personas que votan no van a pensar si por quienes votan están trabajando para que les mejoren sus condiciones de vida?”.
Es el emplazamiento que hace desde Teatinos 120, piso 12, el nuevo y tercer ministro de Hacienda de este gobierno, Nicolás Eyzaguirre, a los parlamentarios oficialistas que deberán tramitar la Ley de Presupuestos 2018.
Pese a que al momento de esta entrevista no llevaba ni 24 horas en el cargo, las fotos que lo acompañan desde La Moneda ya estaban instaladas, una de las cuales ocupa un lugar protagónico arriba de su computador: un primer plano blanco y negro de él con la Presidenta Michelle Bachelet.
Ya se cambió completamente la camiseta y tiene claro que ahora su prioridad legislativa será el último erario de esta administración. Confiesa que su llegada a la misma oficina que ocupó entre 2000-2006, con los mismos sillones antiguos, aunque más ajados, se ha convertido en un cúmulo de grandes recuerdos. Le sale natural hablar de economía y dice tajantemente que ya no es su rol hacerse cargo de las consecuencias políticas que trajo el abrupto e inédito cambio del equipo económico sucedido esta semana.
¿Fue un proceso doloroso para usted la salida del Rodrigo Valdés de la cartera de Hacienda?
Yo mantengo mi amistad con Rodrigo. Solo tengo agradecimientos hacia él y, por tanto, como no ha habido quiebre humano de ninguna naturaleza, ese dolor está mitigado.
¿Cree que el gobierno logrará levantarse después de esta inédita salida de parte fundamental del equipo económico?
Yo ahora soy ministro de Hacienda, y como tal, jefe del equipo económico, y mi preocupación central tiene que ser levantar la economía. Las consecuencias políticas de una cosa u otra son tarea de otros ministros y le puedo dar la seguridad de que por empeño no nos vamos a quedar.
¿Cómo?
En términos de lo que será mejor para el país, que es que habiendo recibido una economía que iba hacia abajo vamos a heredar una economía que va a ir hacia arriba.
¿Qué señal cree se le transfiere al mercado, a los inversionistas, a las grandes empresas con estos hechos que se han dado al interior del gobierno?
Pienso que ahora que estamos, como comenté la semana pasada en este mismo diario, terminando un ciclo muy complejo, donde el comercio mundial crece poco y donde las materias primas están pasando por una fase fuerte de debilidad, es tremendamente difícil mantener la dinámica económica, pero cuando uno mantiene el timón firme, como ha sido el caso de la Presidenta, los malos tiempos no duran para siempre y ahora todo indica que están llegando a su fin.
¿Cuánto será de cambio del ciclo económico y cuánto será el aporte del gobierno?
Las políticas indicadas cuando se tiene una caída tanto del comercio mundial como del mercado de las materias primas son distintas, casi opuestas respecto de las que se tienen que tomar cuando las cuestiones se revierten. Como ya me ocurrió el año 2002-2003 cuando se venía de un ciclo de baja, que había comenzado con la crisis asiática, y comenzó un ciclo de alzas, nosotros cambiamos el switch y pasamos de presupuestos y políticas más bien expansivas, a una consolidación fiscal, a una reducción de deuda y a marcados superávit. Entonces, lo que corresponde ahora es comenzar a pagar y para eso hay que consolidar las finanzas públicas, el ministro Valdés ya venía preparando un presupuesto que sigue la regla de superávit estructural y el compromiso concretamente es reducir en un cuarto de punto del producto el déficit estructural y eso es lo que vamos a hacer.
¿Eso se mantendrá?
Sí, por supuesto, absolutamente.
¿Y por qué?
Porque la credibilidad de las políticas es fundamental para mantener un bajo costo del crédito y cuando hay nuevamente señales de impulso de la economía internacional hay dos elementos que cautelar fuertemente: que el costo del crédito siga reducido y que la competitividad de las exportaciones se mantenga lo mejor posible. Ambas cosas se logran solo cuando se hace consolidación fiscal. Entonces, eso es lo que voy a hacer, lo que sé hacer, lo he hecho toda la vida y lo que hice ya.
¿Qué le parecen las críticas que han hecho algunos economistas respecto a que el gobierno no ha respetado la regla de superávit estructural?
Faltan pocos días para la presentación del presupuesto, ahí lo podrán ver: obras son amores y no buenas razones. Y en esto estoy continuando la política que hizo Rodrigo Valdés y que se esmeró por preservar.
Entonces, ¿veremos cumplido el compromiso de que la meta fiscal sea de 0,25% en el presupuesto?
Así es.
Es una tarea compleja…
Cuando se reduce en 0,25 del PIB el déficit estructural, no significa que se revierta enteramente un déficit y se transforme en un superávit. Se va mitigando ese déficit y conforme la economía va subiendo, mejoran los ingresos tributarios, y eso poco a poco pasa de territorio negativo a positivo. Pero nosotros, obviamente, no vamos a tener un presupuesto con superávit. Eso sería contraer la economía, no habría estudiado economía si hiciera una cosa así.
Aquí está en juego la credibilidad del gobierno, ¿lo comparte?
Como digo: obras son amores y no buenas razones, júzguennos al nuevo equipo económico por los hechos y el primer hecho notorio va a ser la presentación del presupuesto fiscal.
Más que poner en duda la credibilidad por ser usted quien encabeza ahora el Ministerio de Hacienda es ¿cómo en tres días se desarma todo un equipo económico?
Eso va a ir quedando atrás con el paso de los días y cada vez va a pesar más lo que hemos hecho nosotros versus el problema que haya acaecido con el equipo anterior. Puedo comentar brevemente, porque seguir mirando hacia atrás no tiene mucho sentido, que el equipo anterior recibió todo el desgaste de lo que significó mantener el timón firme de la sanidad fiscal en un momento en que producto de este ciclo bajó la inversión privada.
¿Cómo podría creerle ahora el sector privado?
En todas las sociedades, lo pueden ver en España, Italia y Chile en el pasado, donde quieran ir, hay una cierta desconfianza del sector privado de impulsar la economía, y mucha presión a que el Estado comience a ocupar todos los espacios. Entonces, lo que corresponde a quien dirige el equipo económico, y tal como lo hizo Valdés y yo voy a seguir su línea, es evitar esos efectos péndulos. Ahora, hemos aprendido que se maneja de una forma en las rectas y de otra forma en las curvas.
A partir del jueves da la sensación de que el discurso del gobierno es que enfrentamos una nueva etapa en la economía, que se está reactivando, que vienen mejores números, pero las cifras no dicen eso todavía.
No lo digo yo. Si se mira el comportamiento de la Bolsa de Comercio en Canadá, Brasil, Colombia, Perú y Chile, están muy fuertemente insertos en el mercado de materias primas, verán que tocaron fondo hacia comienzos del 2016 y todos han subido de manera muy persistente. Entonces, ¿por qué la gente invierte en la Bolsa? Porque espera que la rentabilidad de las empresas mejore, de lo contrario sería filantropía; ¿por qué esperan que la rentabilidad de las empresas mejore? Porque ven que viene un ciclo de alza, esto no va a ser y ojalá no lo sea, porque a veces tanta abundancia también nos marea como el ciclo anterior, pero por lo menos vamos a recuperar una dinámica normal.
Usted dijo que este gobierno tiene mala pata y que no alcanzaría a vivir este mejor ciclo económico…
Cada vez que uno hace una analogía o se da cierta libertad de lenguaje las personas tienden a usar eso para tergiversar: yo no he dicho que el bajo crecimiento de este período ha sido de mala pata, lo que dije es que la recuperación no la íbamos a ver complemente nosotros y que obviamente si usted llega tarde a una fiesta y ya no queda torta ¡tiene mala pata! Si hubiera llegado un poco antes hubiera comido torta, es bien evidente lo que digo, pero algo de torta vamos a alcanzar a comer.
¿Cómo enfrentará la elaboración del próximo presupuesto considerando que cada vez cuesta más alinear al oficialismo?
Aquí hay dos cosas que se mezclan. Uno, los ciclos de baja siempre traen mucha tensión política al interior de las coaliciones gobernantes, mucha, justamente porque hay dos visiones: unos que creen que ha llegado la época del péndulo y de cambiarlo todo y otros que creen que hay que cambiar algunas cosas. Pero el otro fenómeno que desgraciadamente nos seguirá acompañando, también en el próximo gobierno, es la crisis de la política, la capacidad de los gobiernos de alinear sus coaliciones se ha visto mucho más en jaque. Entonces, cuando los dos elementos se sobreponen: la crisis de la política con un ciclo de baja en la economía, la tarea se hace extremadamente ardua, que fue lo que tuvo que vivir el ministro Valdés.
Hace rato que ya está la crisis de la política, ¿cómo la enfrentará?
Con mucha convicción y con mucho apoyo de la Presidenta, porque al final ella es la que dispone hacia dónde vamos. Lo primero que trataremos de hacer es convencer que esta no es la oportunidad para estar expandiendo fuertemente el gasto fiscal, los programas sociales, sino que es la oportunidad de consolidar para mantener alta la credibilidad y facilitar la recuperación económica.
Es difícil creer que el gobierno en época electoral no vaya a ceder a presiones políticas.
La convicción puede más que la presión. Nosotros ya lo vivimos en el pasado y lo que se hizo durante estos años en materia fiscal era lo apropiado: la economía estaba muy débil y había que compensar de alguna forma esos vacíos con despliegue de obras públicas, con aumento de protección social, y eso se hizo y es correcto que se haya hecho, pero más de lo mismo cuando cambió la dirección del camino es contraindicado y, definitivamente, tendremos que hacer todo el esfuerzo para persuadir a nuestra coalición.
¿La coalición tiene que entender que la próxima elección presidencial y parlamentaria también se juega en esta discusión económica?
Nosotros estamos haciendo esto por convicción, porque vinimos a trabajar por el país, no vinimos a trabajar para ganar una elección. Cuando los gobiernos se dedican a tratar de ganar elecciones y no hacer su tarea, eso produce severos problemas y la Presidenta no estará disponible para eso.
Esa es la convicción de ustedes, pero hacia el otro lado tienen que entender que esta discusión sobre la economía que como usted dice es “crecimiento, crecimiento, crecimiento”, también es parte de la elección presidencial que viene…
Estoy íntimamente convencido de que las dos cosas van para el mismo lado, que un manejo bien y correcto de la economía y la recuperación del crecimiento es buena para Chile, que es lo que más me importa, pero también es buena para los candidatos que comparten con el gobierno un cierto proyecto para el país.
¿Pero qué receta va a implementar para convencer de eso a los integrantes de la coalición?
Si se mira la trayectoria de los presupuestos fiscales, fueron expansivos durante los años anteriores, porque estábamos con el ciclo hacia abajo. El equipo económico anterior quería obviamente hacer la reinstitucionalización de la disciplina fiscal y de las señales pro inversión su sello, y se encontró, probablemente, con que la inercia de las políticas anteriores eran muy poderosas y que costaba mucho que renunciaran a eso. Pero cuando la economía se recupera no se puede seguir haciendo lo mismo. Todo lo contrario. Ese switch es difícil de cambiarlo, y ellos hicieron una tarea muy encomiable en ese sentido y lo que nosotros vamos a hacer es continuar eso.
A propósito del caso Dominga, la Presidenta afirmó el jueves que en “el mundo que viene, y que ya está aquí, no se puede hablar de negocios sin hablar de sustentabilidad ambiental”, ¿cómo se compatibiliza?
Eso es completamente correcto. No es crecimiento o medioambiente, es crecimiento y medioambiente, si se combina de manera virtuosa. Esta tensión se puede manejar de manera favorable para ambos objetivos, pero claro, es fácil decirlo y difícil en la práctica.
¿Eso se demostró con lo ocurrido en el proyecto Dominga?
Ahí lo más importante para tener reglas claras es respetar la institucionalidad. Ahora, si alguien piensa que esa institucionalidad puede mejorarse, esa es una discusión plenamente válida. Lo que no corresponde es cambiar la institucionalidad cuando la horma del zapato no le conviene a un proyecto particular. En todo caso, como lo dijo la Presidenta, este Comité de Ministros en este periodo ha visto 10 proyectos, de los cuales ha aprobado nueve. Entonces, no saquemos cuentas políticas cortas…
Pero con un proyecto que no se aprobó se cambió un equipo económico entero…
Eso lo está afirmando usted, yo no lo suscribo. Creo que este equipo económico dio una lucha encomiable por mantener una conducción económica correcta. Esto no fue más que un desafortunado episodio, pero no creo que eso sea lo que hizo la diferencia. Incluso, lo dijo el ministro Valdés, él dijo que la razón es que ‘no logré que todos compartieran esta convicción’. ¿Dijo en algún momento que renunciaba por lo que había pasado con un proyecto en particular? No.
¿Y qué fue entonces?
Fue el desgaste producido por años de luchas por tratar de preservar un modelo que si bien atiende las necesidades sociales y del medioambiente, y que si bien busca redistribuir oportunidades no puede llegar al extremo de reemplazar o sustituir la indispensable energía del sector privado por solo más regulaciones e interferencia estatal. La historia moderna demuestra que los países no se desarrollan así.
Usted pone en la mesa la preocupación del gobierno para que la economía se vuelva a encumbrar. ¿Podría asegurar que la Presidenta está absolutamente convencida de ello?
No hablo por la Presidenta, ni me corresponde juzgarla. Todas las señales que he recibido de ella y la trayectoria que yo he visto de una mujer que se ha entregado a su país en forma completa, me hacen estar seguro de que ella apoyó al ministro Valdés y me apoyará a mí también, así como al ministro Céspedes y al ministro Rodríguez. La Presidenta tiene una visión que está por arriba. Cuando ella, por ejemplo, en la reunión de la minería planteó que el crecimiento hay que combinarlo, en ningún caso dijo que el crecimiento era dispensable, pero acá tenemos dos extremos que hay que evitar: primero ponerle tanto colgajos al crecimiento o tantas condiciones adicionales que lo termine abortando, y la otra es creer que el crecimiento por sí solo va a solucionar los problemas de la sociedad, y eso está demostrado que no es así.
Dado este cambio de ciclo, ¿cómo convence ahora a los empresarios que dicen que se han sentido afectados por las reformas?
Obras son amores y no buenas razones, que nos juzguen por nuestros hechos. En el análisis que hago no responsabilizo a los empresarios por la baja de la inversión, porque responde predominantemente, aunque no únicamente, a factores cíclicos. Digo que el comportamiento de los empresarios fue por factores de mercado muy explicables, que van a cambiar en la medida en que esos factores se reviertan, como ha estado ocurriendo. Por tanto, tengo plena confianza en que con reglas claras desde el gobierno y con el tirón del comercio mundial los empresarios van a volver a invertir. Tengo confianza en ello, los que dicen que han dejado de invertir por las reformas están diciendo que en el fondo han tenido una disposición algo sesgada por factores políticos, yo no creo eso.
Otro agente económico importante es el Banco Central, ¿cuál es, a su juicio, el rol del instituto emisor en el actual escenario económico?
Mantener controlada la inflación, tratando de que ese control sea consistente con el normal crecimiento de la economía. Y, por lo que ha estado comunicando, es que mientras la inflación se mantenga por debajo de la meta inflacionaria van a continuar con una política monetaria expansiva.
¿Es posible revertir la caída en la clasificación de riesgo?
No hay que sobrerreaccionar. Obviamente, si nosotros continuáramos con una política fiscal hiperexpansiva y continuáramos acumulando deuda, eso claramente nos traería nuevas reducciones en los ratings. Pero si sabemos bien surfear la ola, lo que va a ocurrir en los años posteriores es que estas cifras fiscales de déficit se van a revertir y yo apostaría a que si el futuro gobierno conduce así las cosas, es muy posible que, al menos, no se baje más el rating hasta que se revierta.
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