Tras seis meses de reclusión domiciliaria nocturna, Pablo Longueira Montes viajó a fines de diciembre de 2016 junto a su familia y el exsecretario general de la UDI y actual subsecretario de Minería, Pablo Terrazas, a uno de los lugares más bellos y desolados de Chile: la costa del Parque Nacional Laguna San Rafael, en Aysén.
La expedición que realizaron la semana entre Navidad y Año Nuevo al istmo de Ofqui tenía un doble objetivo. Por un lado, era el primer viaje que realizaba con su esposa e hijos, luego de que su defensa lograra revertir el 21 de diciembre de ese mismo año las medidas cautelares que le impuso el tribunal de garantías en el marco del caso SQM, en el que el exministro de Economía está acusado por cohecho y delitos tributarios. Pero también se trataba de un viaje de negocios.
Un par de años antes, casi a la par de que estallara el escándalo de financiamiento ilegal de la política, Longueira había comenzado a fraguar uno de sus planes más anhelados y ambiciosos: la creación de un “proyecto de turismo sustentable” en la Región de Aysén, en el borde costero de Campo de Hielo Norte. Este contemplaba la construcción de una red de campamentos turísticos; la instalación de un andarivel hasta la cima del monte San Valentín, el más alto de la región; un mirador en la base del glaciar Exploradores y la construcción de un canal artificial de dos kilómetros para la navegación de embarcaciones de pequeño calado en el istmo de Ofqui. Se trataba, en esto último, de retomar un antiguo y controvertido proyecto iniciado en 1935 y que al poco tiempo quedó abandonado, para facilitar la navegación entre Puerto Montt y Punta Arenas para naves medianas y pequeñas, evitando surcar con mal tiempo las peligrosas aguas del Golfo de Penas.
Con la ayuda de Terrazas y de la exsubsecretaria de Turismo del primer gobierno de Sebastián Piñera, Jacqueline Plass, el extimonel de la UDI había comenzado a dar forma a ese sueño. Mientras el estudio Barros&Errázuriz lo ayudaba con la preparación de los estatutos de la fundación “Grupo Austral”, se lanzó de lleno a la tarea de recaudar los cerca de 10 millones de dólares que, de acuerdo con sus estimaciones, podría llegar a costar lo que sería el “Parque Austral”.
Las gestiones de Longueira abarcaron no solo a los dueños de grandes fortunas, para entusiasmarlos de invertir en el proyecto, sino también a algunos ambientalistas para que dieran apoyo técnico y seguridades sobre la intervención que se pretendía hacer en un área protegida y declarada, además, reserva de la biosfera. Incluso habló del tema con dos expresidentes de la República.
El paso del exparlamentario y exhombre fuerte de la UDI para exponer sobre el “Parque Austral” quedaría registrado por Ley de Lobby en audiencias con el ministro de Medio Ambiente de Michelle Bachelet, Pablo Badenier; con el comandante en jefe de la Fach, Jorge Robles; con el entonces general director de Carabineros, Bruno Villalobos, y con quien fuera gerente de Áreas Protegidas de la Conaf, Pablo Aizman.
El objetivo de Longueira era tener listo a fines de 2017 el grupo de socios fundadores, quienes tenían que colocar a lo menos un aporte de 15 mil UF, ya fuera de manera individual o grupal. Todo ello para cumplir con los cálculos de formar un fondo de 750 mil UF (más de $ 20.388 millones) para viabilizar el proyecto.
Pero nada de esto llegó a concretarse. El 13 de junio del año pasado, un reportaje de investigación de Ahora Noticias puso en relieve tanto el proyecto de Longueira como su situación judicial en el caso SQM.
De un momento a otro, el nombre del principal motor de esta iniciativa se convertía en uno de sus principales problemas.
El proyecto quedó congelado. Los estatutos de la fundación que manejaría los fondos del futuro “Parque Austral” no se terminaron de redactar y muchos de quienes en privado habían manifestado su interés de participar optaron por tomar distancia. Se desconoce si alguno llegó a invertir dinero en la idea.
El fracasado “Parque Austral” es tal vez el proyecto más conocido en los que se ha involucrado Longueira desde que decidió alejarse de la política y privatizarse en 2013, tras bajar su candidatura presidencial en medio de un cuadro de depresión, sin embargo, está lejos de ser el único.
Fue en esa época, cuando aún no se sabía que su entorno había recibido $ 730 millones de la empresa minera no metálica SQM para financiar campañas políticas, que Longueira comenzó a reordenar parte de sus sociedades para dedicarse de lleno a sus negocios. Con dispar resultado.
Desde entonces, Longueira, quien fuera uno de los “coroneles”, como se denominaba al grupo de dirigentes que controlaba las decisiones al interior de la UDI, no ha vuelto a ir a la sede del partido. Tampoco se ha hecho presente en los últimos consejos generales de la colectividad, ni siquiera a través de cartas o mensajes. Quienes lo han visto, afirman que está “feliz” fuera de la vida política y cada vez más vinculado al trabajo como ingeniero civil y a sus negocios privados.
Las pocas intervenciones públicas que ha tenido en política en el último tiempo, a través de cinco videos y cadenas de WhatsApp, como las que hizo en abril de 2017 para apoyar el proceso de refichaje de militantes de la UDI, los habría hecho de motu proprio, sin coordinarse previamente con la directiva del partido al que renunció en marzo de 2016, aseguran parlamentarios gremialistas.
Su distanciamiento de la vida partidista le implicó varios costos. Las cuatro cartas que apoyó como candidatos al Congreso, entre los que estaba su propio hermano, quedaron fuera de la plantilla de la UDI. El hecho marcó una fisura en la relación de Longueira con la actual timonel del gremialismo, Jacqueline van Rysselberghe, y dejó de manifiesto que la ascendencia que una vez tuvo en las decisiones del partido ya no existe.
Un expresidente de la UDI lo resume así: Pablo Longueira está muy desligado de la vida política. El 98% de su tiempo lo dedica a sus actividades privadas y a su defensa en el caso SQM.
Si bien respaldó la llegada de Van Rysselberghe a la presidencia de la UDI en diciembre de 2016, muchos dirigentes y parlamentarios gremialistas no lo habían vuelto a ver en persona hasta el 12 de junio pasado, cuando coincidieron en el matrimonio del senador gremialista Iván Moreira con Isabel Marinovic.
Incluso, en mayo pasado, al matrimonio de su hijo Juan Pablo, los políticos que asistieron como invitados eran contados con los dedos de la mano. Los senadores Juan Antonio Coloma y Víctor Pérez, y el diputado Patricio Melero, eran algunos de ellos. El ministro del Interior, Andrés Chadwick, uno de los más cercanos a Longueira, no pudo asistir por problemas de agenda, pero llamó para felicitar a los novios.
Longueira en su reinvención fuera de la política, aseguran sus cercanos, ha vuelto a contactarse con el mundo de los ingenieros, de los empresarios de la construcción e inmobiliarias.
LB y el plan de salida
Dicen entre sus cercanos que ya en 2009 Longueira planeaba retirarse de la política y volverse un hombre privado. Que incluso le escribió una carta al entonces presidente de la UDI, Juan Antonio Coloma, donde decía que apenas terminara su período en el Senado en 2013, concretaría su salida. Pero entremedio asumió como ministro de Economía y después, cuando se acercaba el plazo autoimpuesto, ya era el candidato presidencial de la derecha. Su plan de retiro parecía alejarse. Fue entonces que colapsó.
Dos semanas después de ganar las primarias, se bajó de la carrera a La Moneda aduciendo una profunda depresión. Súbitamente desapareció del mapa. A los cuatro meses reapareció brevemente en público, cuando fue a votar como un ciudadano más. Y entonces vino su primer movimiento empresarial ya fuera de la política: en diciembre de 2013 creó junto a su esposa, Cecilia Brinkmann, con un capital de apenas $ 100 mil, la sociedad Asesorías e Inversiones LB SpA, dedicada al corretaje de propiedades y las asesorías empresariales.
Su origen fue silencioso, aunque no tardaría en salir a la luz en medio del escándalo del financiamiento ilegal de la política: al menos $ 75 millones de pesos habría recibido a través de esa empresa desde SQM, pagos que la misma minera no metálica calificó como “atípicos” y de “alto riesgo”. De hecho, su factura N° 1 fue por una asesoría prestada a la empresa controlada por Julio Ponce, y tanto esa como otras 14 facturas emitidas entre enero de 2014 y marzo de 2015 forman parte de la acusación del fiscal Pablo Gómez contra Longueira por delito tributario y cohecho. También registra pagos por más de $ 27 millones de Aguas Andinas, aunque esos no habrían sido rectificados por la sanitaria.
La empresa fue la principal vía que Longueira articuló para abrirse un nuevo camino en el mundo privado; su propia ruta, independiente del resto de su familia y sus antiguos emprendimientos. Solo estarían él y su esposa paisajista, pero incluso ella pronto se bajaría, pues el giro de LB poco tenía que ver con su rubro. Brinkmann centró su atención en un vivero que ambos instalaron en su propiedad en Villarrica y en la sociedad Paisajismo Cuatro Estaciones SpA, creada en 2016 junto al mayor de sus hijos y una sobrina. Él, en cambio, transformó a LB en su principal actividad y vehículo de inversión.
Aunque la idea era desarrollarlo mediante una fundación que nunca se concretó, en todas las gestiones que Longueira realizó frente a diversas instituciones para sacar adelante “Parque Austral”, figura vinculado a LB. Pero no solo le ha servido para gestionar intereses propios. Los registros de la Ley de Lobby revelan que a nombre de su consultora ha participado, además, como lobbista para varios proyectos que involucran a otros socios. Y no solo lo ha hecho ante autoridades, sino que también ha actuado como gestor territorial frente a comunidades y organizaciones sociales. En negocios inmobiliarios y energéticos, principalmente, áreas en las que se ha ido metiendo cada vez más de la mano de un viejo amigo al que le intentó vender un seguro, pero que no se lo compró por ser muy caro.
El socio Ebco
Primero fueron compañeros de curso en el Colegio San Ignacio y luego en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile, pero aun así Hernán Besomi cuenta que con Pablo Longueira no eran ni tan amigos. Que llevaban varios años sin verse, y que en algún momento, entre 2014 y 2016, el exministro se le acercó para ofrecerle seguros para el Grupo Ebco, el holding inmobiliario que posee junto a Germán Eguiguren. Porque en medio de su reinvención, Longueira también había incursionado en ese rubro junto a su amigo Cristián Leay en sociedad con Juan Enrique Vilajuana y Luis Alberto Alcalde, mediante la corredora Ágora.
Lo de los seguros, en todo caso, duró poco: en abril de 2016 la dupla Longueira-Leay se retiró. Fue apenas un mes después de que se revelara que una indicación clave en la Ley de Royalty que Longueira impulsó como senador y que benefició a SQM con beneficios tributarios fuera redactada en la oficina del exgerente general de esa empresa, Patricio Contesse, y enviada a su correo electrónico. También había quedado en el camino LCH&H, la fallida consultora que Longueira armó a mediados de 2014 con el actual ministro del Interior, Andrés Chadwick, y el abogado Luis Hermosilla. Pero seguía con LB.
Aunque no le compró ningún seguro, Besomi y Longueira empezaron a conversar de forma regular, hasta que el primero lo invitó a sumarse a algunos proyectos. “Le pasé unos planos para que revisara los cálculos de ingeniería y lo hizo muy bien. Así partimos trabajando juntos. Ahora lo veo muy feliz calculando planos, midiendo pendientes”, cuenta Besomi a Reportajes.
A través de LB, Longueira se sumó como socio a Inmobiliaria Imas, una sociedad del Grupo Ebco con la cual tienen en carpeta dos proyectos inmobiliarios en exclusivos sectores de Vitacura. Ahí, el exhombre fuerte de la UDI tiene una participación accionaria menor al 10%.
Pero no es el único negocio con Besomi. En varios proyectos, Longueira participa de forma independiente, no como accionista, sino como un trabajador contra pago de remuneraciones. En algunos su rol tiene que ver con temas de evaluación e ingeniería en proyectos inmobiliarios. Pero en otros, Longueira ha explotado sus redes y sus habilidades como articulador para destrabar proyectos o allanar su camino. Así ha ocurrido, por ejemplo, con iniciativas energéticas en etapa temprana que Ebco pretende desarrollar en las regiones del Biobío y el Maule.
La veta del lobby
El 9 de mayo, Pablo Longueira ingresó al Ministerio de Bienes Nacionales y por una hora conversó con el ministro Felipe Ward. No era una reunión política, sino de negocios. Según quedó registrado, Longueira le llevaba una propuesta para sanear títulos de dominio de todos los recintos deportivos en zonas agrícolas del país. Muy en la línea de “Juega Chile”, el programa que el ministerio lanzó poco después y que busca regularizar la propiedad de canchas y otras instalaciones deportivas a favor de clubes y organizaciones sociales.
Ward dice que Longueira no representaba a nadie más que a sí mismo en esa reunión, pero Besomi cuenta que parte de sus proyectos en Ebco incluyen ese tipo acciones para integrarlos con la comunidad. Que incluso ya lo hicieron con una cancha de fútbol junto a las instalaciones de Megacentro Carrascal, en Cerro Navia, donde antes estaba la planta de Fanaloza.
Esa fue la última de las 16 audiencias en que Longueira figura gestionando intereses privados ante autoridades en los registros de la Ley de Lobby entre 2015 y 2018.
Solo en uno de los registros figura abiertamente representando a Ebco: cuando en mayo de 2017 se reunió a nombre de Imas con el jefe jurídico de la División de Vialidad del MOP para tratar el tema “consolidación vial en Huechuraba”. Pero hay también varias reuniones en que trató temas vinculados a proyectos del grupo inmobiliario y que aparece registrado solo como persona natural, como ocurrió en el Parque Metropolitano, en mayo del año pasado; en la Intendencia Metropolitana, en septiembre de 2017, o con el seremi de Vivienda, hace apenas tres meses.
En otras dos oportunidades figura representando intereses de la empresa Andacor S.A., dueña del centro de esquí El Colorado. Ambas fueron en 2016, en la Municipalidad de Lo Barnechea. En abril de este año volvió a ese lugar a reunirse con el director de Obras para discutir sobre la “situación del sitio en Calle Morros Bayos”, ubicado en el complejo de alta montaña, pero esta vez registra haber ido por iniciativa propia.
Las Azaleas, las fundaciones y los viejos negocios
A Longueira aún se le ve a veces en su base de operaciones en Nueva Los Leones N° 281, en Providencia, aunque cada vez menos. Ninguna de sus dos fundaciones (Chile Justo y Web) sigue operativa: las liquidó a comienzos de 2018 por el impacto negativo que tuvo sobre ellas la investigación del caso SQM. Pero muchos de sus intereses familiares siguen allí, aunque reestructurados.
En su círculo aseguran que se retiró de Las Azaleas, la sociedad que ocupó desde 2006 como vehículo de inversión junto a su familia, para dejarla solo a sus cinco hijos. Pero no se fue del todo: ahora es el gerente general y es quien administra los negocios que aún quedan bajo ese paraguas.
Su firma agrícola vendió el campo en el que explotaba avellanos y hoy está inactiva, y su socio y amigo Cristián Leay cuenta que hace unos tres años que se habrían retirado de la importadora y exportadora Imex, aunque no hay registros en el Diario Oficial de esa salida. Allí, ambos participaban a través de la sociedad conjunta que tenían desde 2009, Comercial L y L -la misma con la que incursionaron en los seguros-, que aún sigue vigente.
También continúan invirtiendo juntos en sus negocios mineros a través la Compañía Minera Maagal, que, según registros del Sernageomin, es dueña de la mina El Bronce, en Freirina, donde explotan un yacimiento de cobre, y que además posee seis pertenencias mineras constituidas y dos en trámite en Vallenar.
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