El jueves recién pasado el directorio de la empresa Iansa decidió el cierre definitivo de su planta en Linares, lo que significaría 350 trabajadores finiquitados. El cierre de esta empresa se suma al de la firma Maersk en Valparaíso y la eventual liquidación de pastas Suazo en El Maule. Por lo mismo, desde el Ministerio del Trabajo se han diseñado planes de reconversión, a través del Sence, con el objetivo de reinsertar lo más rápido posible a los trabajadores. En este contexto, el ministro Nicolás Monckeberg conversó sobre las causas y consecuencias de estos cierres y el desafío que se presenta para el empleo.
¿Cómo recibió la noticia sobre el cierre definitivo de la planta de Iansa en Linares?
– Sin duda es una mala noticia, que siempre esperamos que nunca se hubiera tomado. En lo personal, me duele aún más porque conozco personalmente, en mis años de parlamentario, la realidad de los agricultores remolacheros y sé que la mayoría de ellos llevan muchos años detrás de la remolacha pasando momentos duros. No vamos a dejar solos a los 250 temporeros ni a los de la planta Iansa, ni aquellos que puedan ser despedidos.
¿Hay algún plan específico de reconversión para estos trabajadores?
– Sí, nosotros a través del Sence, tal como lo hicimos con los trabajadores en Maersk, vamos a poner a disposición de los trabajadores que requieran, todos los planes de capacitación, reconversión y certificación de competencias que hoy cuenta el Sence y lograr que lo más rápido posible puedan encontrar un nuevo trabajo.
¿No es una contradicción que desde el gobierno se celebre la creación de empleos y en paralelo se cierren empresas?
– La realidad de Chile hoy es que no son más las empresas que se cierran, sino que todos lo contrario son muchos más empleos los que se están creando, no estamos en un proceso de cierre de empresas como algunos han querido mostrarlo. Se están creando muchos más empleos de los que hace 12 meses y a un ritmo mucho más acelerado que en los últimos 4 años. La inversión en los primeros 4 meses ha alcanzado récord que no veíamos en Chile hace mucho tiempo.
¿Cree que hay malas intenciones en las críticas por los cierres?
– Algunos interesados políticamente podrán presentarlo como una pandemia de cierre de empresas, sin embargo, eso no sólo no es efectivo, sino que, además, me parece que es injusto, porque es utilizar el dolor legítimo de un trabajador despedido para otros fines.
Usted dijo que el cierre de empresas se debía a las malas políticas públicas del gobierno anterior, como la reforma laboral, ¿lo sigue sosteniendo?
– Definitivamente sí. Usted cree que después de 4 años en que la inversión caía año tras año, y que no creamos empleos o los pocos empleos que se creaban era del sector público, en que nos endeudamos más del doble y que a la fecha estamos pagando las consecuencias de ello, cuando nos bajan la calificación de riesgo, en que terminamos en 2017 con la destrucción de 37 mil empleos asalariados; alguien puede creer que eso es gratis, o no produce efecto o no produce cierre de empresas? Sin duda que esos factores tienen consecuencias.
¿Finalmente harán cambios a la ley laboral para regular estos despidos masivos?
– Frente a cualquier despido, sea por cierre de empresas o por otra causal siempre vamos a exigir y fiscalizar con todo el rigor de la ley para que se cumplan cada uno de los derechos de los trabajadores. Si creemos que para algunas situaciones, como desempleo más alto o para épocas de crisis económica tengamos una legislación que nos permita proteger a los trabajadores pudiendo hacer ajustes en las condiciones de los contratos que eviten eventuales despidos.
¿Pero respecto a cierre de empresas?
– No hay mejor forma de garantizar y proteger al trabajador y sus familias que activando el empleo y aumentando la inversión, porque es eso lo que crea un mercado laboral más profundo, más dinámico, más justo y más inclusivo. La demagogia política lleva a algunos a decir que para proteger a los trabajadores de eventuales despidos masivos hay que promulgar una ley que lo prohíba. Todos sabemos que aquella ley se quedaría en el papel si no somos capaces de activar el empleo que es lo importante.
Ante este escenario, ¿cree que podrán cumplir la meta de 600 mil empleos al término de la administración?
– No sólo creo que es posible, lo vamos a hacer, pero con la misma claridad le digo que esto no es por inercia, las cosas no cambian solas, tenemos que ser capaces de hacer acuerdos. Hay que modernizar la legislación laboral y promover más diálogo y confianza entre las fuerzas políticas.
Esta semana tuvo que enfrentar las críticas por el desencaje de los datos de empleo del INE y la tasa de cotizantes, ¿cómo enfrentan esto?
– En las próximas semanas se materializará la firma del convenio entre la Superintendencia de Pensiones y el INE para el intercambio de información. Sabemos también que el INE está actualizando su base y agregar más preguntas a su encuesta (de empleo) precisamente para analizar la calidad y el tipo de empleo que se está creando.
En cuanto al salario mínimo, ¿Por qué se han demorado en llegar a acuerdo?
– La discusión de salario mínimo en Chile la llevamos muy mal y termina siendo un gallito político a veces muy alejado de la realidad. Cuanto me gustaría poder firmar un proyecto que fije el salario mínimo lo más alto posible, pero lo relevante no es un salario que quede en el papel, de lo que se tratar es de un salario que las pymes puedan pagar y no genere despidos.
¿Es imposible llegar a una meta de $420 mil como pide la CUT?
– Hay que resistirse a la natural tentación de los aplausos inmediatos o a lo impopular. Un sueldo mínimo de $420 mil implicaría un reajuste que nunca se ha dado en la historia de Chile, significaría un aumento del 10% por 4 años, y evidentemente eso no es posible.
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