Por Felix Melita, Estudiante de Psicología Universidad de Antofagasta
Este 10 de octubre se celebró a nivel internacional el día de la salud mental. Sin embargo, esta aún es una tarea pendiente para Chile, el cual además de liderar los rankings por mayores horas de trabajo anuales, también presenta altos índices de síntomas depresivos, ansiedad y, sobre todo, estrés. Aquí algunas razones para levantar una campaña por la reducción de la jornada laboral, en defensa de nuestra salud mental.
Trabajo, clase social y licencias médicas: La expresión de un grave trastorno de Chile
Chile es conocido por ser un país profundamente desigual. Desde sus inicios se ha caracterizado por esta situación y en el presente tampoco es la excepción. Y es que en reiteradas ocasiones el país ha sido catalogado como el país más desigual de los que componen la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y no sólo eso, sino que también como uno de los que más mantiene a sus trabajadores y trabajadoras en jornadas sumamente extenuantes anualmente, llegando a un total de 1.974 horas, es decir, 200 horas por sobre el promedio de los países de la organización.
En este sentido, y para hacernos un marco de la situación de la salud mental en Chile, debemos recordar que, según los resultados arrojados por la Encuesta Nacional de Salud (ENS) llevada a cabo por el Ministerio de Salud (Minsal), alrededor de 6,2% de la población padece un cuadro de depresión, presentándose en la fecha más de 223 mil casos de depresión, siendo así la tercera causa por la que la población chilena ha estado en tratamiento médico a través del AUGE-GES, a lo que de todas maneras se le debe agregar un gran número de personas que presentan algún grado de depresión no diagnosticado.
En este sentido, cabe destacar que según la Asociación Chilena de Seguridad (AchS), las licencias por patologías mentales han aumentado en un 51% en los últimos cuatro años, siendo el estrés y la depresión, las principales causas. Es decir, el trabajo nos enferma. Expresión de esta situación es que para el 2016, de un total de 6.167 enfermedades profesionales, el 41% fue calificada como mental, es decir gatilladas por estrés, ansiedad o depresión causada por motivos laborales.
Sin embargo, y como es de esperarse en un país profundamente desigual, estas psicopatologías afectan a la población más pobre, al pueblo trabajador. Este anunciado lo reflejan los resultados de la encuesta realizada por el Estudio Longitudinal Social de Chile (ELSOC) del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social de la Universidad de Chile, en donde el 13,3% del decil de menores ingresos presenta síntomas severos de depresión, mientras sólo un 1,6% los tiene en el decil superior. Es decir, el pueblo trabajador presenta en 8 veces más casos de depresión que los sectores empresariales y acomodados.
Este marco es sin duda alguna una señal de alerta, en donde la situación se vuelve mayormente desigual cuando se trata de brecha de género, en donde la prevalencia de depresión de los últimos 12 meses en hombres y mujeres presenta una brecha enorme.
Si consideramos que un cuadro de estrés no tratado puede evolucionar en un cuadro de ansiedad, y éste a su vez en caso de no tratarse puede evolucionar en un cuadro de depresión, y manejando los datos y antecedentes anteriormente enunciados, el diagnóstico de Chile está lejos de acercarse a una situación de salud mental en su población.
Es en este sentido que, en las universidades, carreras como Derecho y Medicina lideran los índices de alcoholismo, psicopatologías y tasas de suicidio. Situación que se recrudece si consideramos que amplios sectores de la juventud universitaria se encuentra trabajando en empleos part-time, con condiciones precarias y flexibilizadoras de trabajo, lo que no sólo se traduce en una disposición por parte de los jefes -y de las aplicaciones muchas veces, como Uber Eats, Pedidos Ya, Rappi, etc- del tiempo, sino que también en importantes cuadros estresores que pueden evolucionar en mayores casos de psicopatologías.
Tratamiento tentativo: Reducir la jornada laboral sin reducción de sueldos y sin flexibilidad
La problemática de la salud mental se encuentra de manera indisoluble con la problemática del trabajo, es decir, que a mayores horas de trabajo, mayor estrés, mayores complicaciones en la salud mental y en la vida social y afectiva de la población trabajadora. Es así como la situación pasa por justamente cambiar esta situación.
Sin embargo, esto no puede ser llevado al azar. Hay responsables directos de esta situación, y justamente son los grandes empresarios y el Gobierno encabezado por Sebastián Piñera, quienes se han opuesto fervientemente a que reduzca la jornada laboral en Chile, sin reducción a los sueldos y sin flexibilidad.
Es así que para erradicar la crisis que hay en torno a la salud mental -tema muy en boga durante principio de año en algunas universidades- la situación pasa justamente por luchar por acabar con aquello que nos consume la vida.
Pongamos un ejemplo para graficar esta situación: Si consideramos que un año dura aproximadamente 8.760 horas, y a esto le agregamos un promedio de sueño de 7 horas –el cual desde ya debe ser menor-, y consideramos además 3 horas promedio de transporte diario a los trabajos, apenas nos queda un 35% de las horas anuales quedan para el ocio, compartir con nuestras familias y amigos. Es decir, la vida se nos pasa en los trabajos -con más de 1900 horas anuales- abultando así las ganancias de unos pocos a costa de nuestro esfuerzo.
Desplegar la fuerza detrás del enorme apoyo a la reducción de la jornada laboral, unir a la clase trabajadora partiendo por la expectativa común de trabajar menos y sin precariedad, desarrollar la alianza de la clase trabajadora con los demás sectores oprimidos, puede abrir la puerta para plantearse objetivos mayores como es repartir las horas de trabajo entre empleados y desempleados sin rebaja de sueldo, con los ojos puestos no en fortalecer a este régimen y sus partidos, sino en enfrentar el Chile autoritario, gobernado por un puñado de familias, monopolios y trasnacionales imperialistas y acabar con toda la herencia de la dictadura. Este es un piso mínimo imprescindible para avanzar en materia de salud mental.