En medio de una amplia convocatoria, el macizo triunfo de Gabriel Boric combina varios elementos ganadores, entre los cuales ninguno explica por sí solo este fenómeno electoral. Entre esos elementos no está el trasvasije de votos desde la derecha.
El gran ganador de las elecciones primarias de ayer fue Gabriel Boric, quien no solo se impuso frente a su rival directo, el comunista Daniel Jadue con 60,4% de las preferencias (versus 39,6%), sino que también obtuvo un caudal de votos que se empina por sobre el millón de preferencias.
Esto equivale a decir que uno de cada tres votos emitidos ayer fueron para Boric. Dicho de otro modo, el candidato del Frente Amplio obtuvo 1.057.728 sufragios, mientras que la votación general de las dos primarias fue de 3.142.310, a repartir entre Jadue y los cuatro candidatos de derecha.
Con propiedad se trata de un fenómeno electoral, tal vez solo comparable al de Michelle Bachelet de 2013, quien en la primaria de la Nueva Mayoría de ese año se impuso con 1,565,269 de votos y 73,1% de las preferencias.
¿Qué explica este éxito aplastante?
Hay varias causantes, y probablemente ninguna sea determinante por sí sola. pero juntas componen una receta que suma más que sus partes y que resultó imbatible.
El recambio generacional. «No le tengan miedo a la juventud para cambiar este país, porque también bebemos de la experiencia de los que lucharon antes que nosotros, aprendemos de sus errores y de sus aciertos y con la conciencia histórica de que somos herederos de una posta más larga que nuestras experiencias vitales», dijo Boric en su discurso de triunfo.
Las palabras de Boric -y su propia edad (35 años)- sintonizan con los tiempos políticos actuales post-estallido social, en los cuales ha cobrado renovado valor la juventud que quebró con los 30 años anteriores de política transicional.
Dada la masividad de su votación, evidentemente Boric superó los límites de su propia generación, logrando una convocatoria más amplia. Probablemente eso responde a la maduración de una reflexión política generacional de un sector que nació en las movilizaciones estudiantiles previas al estallido social, en cierto antagonismo con las generaciones que los precedieron, y que hoy logró salir de ese marco y convocar.
La eficacia de la tesis del reemplazo de la vieja Concertación. Aunque este punto se parece al anterior, no corresponde a lo mismo.
Especialmente durante las elecciones presidenciales de 2017, sectores dominantes del Frente Amplio apostaron porque serían ellos quienes reemplazarían a los viejos partidos y dirigentes de la Concertación. Esto, no solo por crecimiento vegetativo de ese conglomerado, que nunca dio demasiado fuelle a sus cuadros jóvenes, sino por el agotamiento de su capacidad de creación e imaginación política, anclados en su rol histórico de protección -y en el mejor de los casos, mejoramiento- del modelo económico y social imperante.
La tesis finalmente parece estár dando sus frutos ahora que el Partido Socialista (PS), el PPD y la Democracia Cristiana (DC) atraviesan un limbo político y doctrinario tras ser derrotados en la elección de convencionales, habiendo reducido su influencia desde su capacidad hegemónica del sector, hasta ciertos grados de irrelevancia e irresolución. Factores que los llevó -por segunda vez (tampoco lo lograron en 2017)- a no disputar primarias y quedarse fuera de toda la energía que esta elección movilizó en tiempos post-estallido, es decir, de alto interés político por parte de la población.
Dicho de otro modo, Boric y el Frente Amplio -aunque también el PC- coparon el espacio de la Concertación como el eje de determinación política del sector de izquierda y centro izquierda, desplazando a los partidos que la componían hacia un futuro incierto. Esto es especialmente cierto dado que Apruebo Dignidad logró 1.750.382 votos en esta primaria, una cantidad suficiente de personas que cruzaron el río como para dejar muy poco margen en la orilla de la vieja alianza, considerando que en la primaria de 2017, Beatriz Sánchez y Alberto Mayol sumaron solo 327.716 votos.
El episodio más claro de este copamiento probablemente sea el de la once con sopaipillas de Boric con la candidata socialista Paula Narváez, en el cual el candidato invitó a los huérfanos del bacheletismo a sumarse a su campaña, sin que haya quedado claro qué es lo que ganaba Narváez o el PS.
Una campaña bien sintonizada y cierta suerte. Hay coincidencia entre los analistas en que Boric tuvo un mejor desempeño formal que Jadue en la campaña, en especial durante el útimo debate, y dada la capacidad del candidato ganador de sintonizar mejor con las aspiraciones y emociones actuales del electorado, tanto en sus apariciones como en la franja.
Boric apuntó su discurso a obtener cierta altura de miras y voluntad de diálogo. Y funcionó ante parte del electorado que probablemente busca cierta estabilidad luego de meses y años inciertos en contexto de estallido social y pandemia, por lo que temas que podían complicarlo, como su participación en los acuerdos del 15 de noviembre con toda la clase política y Sebastián Piñera incluido, no hicieron eco en esta etapa.
Jadue, por el contrario, estuvo más cerca del 18 de octubre, pero, durante las dos últimas semanas de campaña, cometió errores al verse ofuscado tras no salir bien parado de algunas trampas televisivas, como la de su decisión de persistir con el antiviral avifavir, pese a que no hay evidencia que sirva contra el Covid-19, o las consabidas interpelaciones por Venezuela y… Cuba, que por avatares del azar entró a la contienda en la última semana, justo en la recta final de la campaña. Algo que Boric supo aprovechar.
El anticomunismo. No es cierto que la derecha votó de manera determinante por Gabriel Boric para evitar que gane Daniel Jadue, pero no es falso que el anticomunismo benefició al candidato frenteamplista.
Vamos por partes.
En un análisis simple -que sirve de proxy- de las famosas tres comunas del Rechazo; Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea, Apruebo Dignidad obtuvo solo 45.665 votos en estas primarias, mientras que en el plebiscito de 2020 el Apruebo obtuvo en esas comunas 114.794 votos. Es decir, en esta primaria la izquierda obtuvo solo la mitad del universo apruebista de esas comunas, por lo que mal podría haber logrado algo de votación significativa del Rechazo.
Pero eso no quiere decir que no haya anticomunismo. Lo que seguramente pasó es que la campaña de Boric tocó una tecla de sensibilidad anticomunista, pero en un electorado que no es de derecha, aunque igualmente teme respecto de lo que los comunistas pueden hacer en el poder.
Debió haber pesado en esto el proyecto de ley de medios que presentó Jadue, que sirvió para mostrarlo como favorable a posturas autoritarias respecto de la libertad de expresión, las insistentes preguntas sobre Venezuela y -hacia el final- Cuba, y las frases desafortunadas respecto de las pymes que podrían quebrar si es que se alza el sueldo mínimo por sobre $500.000.
Boric en el último debate y las últimas entrevistas aprovechó todo esto, buscando mostrar esas diferencias que alimentaron el temor anticomunista.
Probablemente le sirvió para ganar, pero el problema es que con una alta probabilidad abrirle la puerta al anticomunismo es algo que se le va a volver en contra, pues ahora él es el candidato del PC.
Desafíos
Pese a lo contundente de su victoria actual y la de su pacto, Gabriel Boric no tiene la carrera corrida. «Tenemos la conciencia plena de que para ganar en noviembre necesitamos ser muchos más. Hemos hecho una campaña de propuestas, convocante, de alegría que ha transmitido esperanza al pueblo de Chile», dijo el candidato en su discurso de victoria, dando cuenta de que debe crecer para ganar, por muy contundente que haya sido su triunfo hoy.
El problema para Boric es que con Daniel Jadue fuera de escena, se abre el espacio para una candidatura en el flanco izquierdo.
A pocas horas de conocidos los resultados, Eduardo Artés, del Partido Comunista de corte estalinista y ex candidato presidencial, anunció una nueva candidatura presidencial.
Y si bien Artés no es seguramente una amenaza seria contra Boric, si lo puede ser una carta emanada de la Lista del Pueblo (LDP). Incluso algunos de sus miembros han coqueteado con la idea, y en la semana que pasó Jorge Sharp, alcalde de Valparaíso, cercano a un ala de la LDP, ex compañero de partido de Boric, se insinuó como candidato de manera más o menos abierta.
La situación se complica más todavía si es que Yasna Provoste (DC) finalmente se anima a intentar retomar el sector que empezó a copar Boric y tiene relativo éxito, con lo que al candidato triunfante deberá elegir hacia donde cerrar flancos en cada ejercicio táctico; hacia la izquierda, donde sigue despertando gran animadversión, o hacia el centro, donde es un recién llegado y donde una mujer diaguita y profesora puede ofrecer resistencia.
Fuente: Interferencia