Carlos Cano B. Director Ejecutivo CETRA: El nuevo mapa político y los cuatro cuartos líquidos

Por Carlos Cano B.
Director Ejecutivo CETRA

En el Chile binominal nos acostumbramos a dos fuerzas políticas relativamente equilibradas, el duopolio. La emergencia de una tercera fuerza, con candidato presidencial propio, determinó dos victorias de la derecha. El cambio de sistema electoral en las últimas elecciones, permitió que el Partido Comunista y sus aliados se autonomizara electoralmente de la Nueva Mayoría, que conformaban (y de los pactos de omisión que le hicieron posible antes contar con representación en la cámara baja). A su vez el Frente Amplio logró emerger con un fuerte contingente parlamentario. La diferencia en fuerza parlamentaria entre el Frente Amplio y el PRO, con potentes votaciones en las presidenciales, establece con claridad que los mejores resultados en electos del FA se deben a los cambios legales.

En las elecciones para la Convención Constitucional, las normas electorales se alteraron positivamente para transformar ese órgano en paritario, con presencia de los pueblos originarios y de independientes. Se resolvieron así tres de las cuatro críticas más duras al acuerdo del 15 de noviembre de 2019. La cuarta, el requerimiento de dos tercios para aprobar normas del proyecto de Nueva Constitución, fue resuelto por la realidad de la baja votación de derecha, al menos de la que formalmente se auto reconoce como tal.

Entonces, y a la luz de los números en las votaciones de 2021, no es posible hablar de tres tercios. Ese análisis correspondiente a los años 70, debida a la votación presidencial de 1970 y a una lectura extendida de la asamblea constituyente en la Revolución Francesa, desaparece cuando la lucha de clases se agudiza y por ello está lejos de la realidad actual. Lo cierto es que la historia social y política chilena y de otras latitudes muestran que siempre dos grandes bloques, con más o menos fisuras internas, se constituyen en periodos de polarización, en aquellos momentos históricos en que los cambios chocan con los intereses de los poderosos.

En el Chile de hoy, con los antecedentes acumulados hasta las primarias recientes, es posible afirmar que el nuevo mapa político se ordena a partir de cuatro cuartos líquidos. Esto es claro en la configuración de la Convención Constitucional, pero podrá extenderse a los demás espacios de poder representativo y se asentará en las próximas elecciones parlamentarias.

Si tomamos los números de la CC; El primer cuarto es la derecha (Chile Vamos más Republicanos con 37 convencionales), segundo es Apruebo Dignidad (PC y aliados más Frente Amplio que tienen 28), el tercero es Unidad Constituyente (PS, DC, PPD, Nuevo Trato, PL y Pro, con 25); el cuarto es la Lista del Pueblo, con 25 representantes (salieron formalmente Loreto Vidal y Elisa Giustinianovich. Fuera de estos cuatro sectores están Movimientos Sociales Constituyentes con 13; Independientes No Neutrales con 10; los 17 electos en cupos de Pueblos Originarios y el número restante son independientes que están en proceso de integración en los subconjuntos mayores.

Siempre se ha dicho que las fuerzas políticas se pesan mejor en los resultados de concejales. Sin embargo, no pueden considerarse los recientes comicios como representativos de la nueva realidad que está recién dibujándose. Lo mismo debe decirse de los resultados de gobernadores, en que las 2 fuerzas nuevas aún no competían y por ello se sobrerrepresentó la DC y el PS. Las presidenciales y las parlamentarias de fin de año asentarán, todavía imperfectamente, el Chile social y político que conduzca los procesos de cambio que las más amplias mayorías anhelan. Por estas consideraciones optamos por los datos de la Convención como base de nuestro análisis.

 

En la lectura de esta tabla faltan un importante número de votos que son clasificables como “independientes” o de grupos menos definidos, a los cuales puede aplicarse, de nuevo con propiedad, la expresión votos líquidos. Con derivación fluida hacia los subconjuntos con mayor definición político-ideológica.

Hablamos de cuatro cuartos porque son esas las alianzas políticas que representan poder actual, asentado en el pasado reciente (Unidad Constituyente) o en pronósticos (Lista del Pueblo). Los demás grupos son tributarios de los anteriores o se subdividen en ellos en forma más o menos flexible. Quienes representan a los pueblos originarios deben considerarse supernumerarios en el sentido de que permean y/o se alían con varios de los demás grupos.

Y nos referimos a cuatro cuartos líquidos porque cada uno de ellos tiene profundas fisuras en su interior y es altamente probable que no se mantengan en el tiempo y que sufran variaciones importantes en sus pesos relativos. Uso la expresión que el autor Zygmunt Bauman aplica a distintas realidades de este tiempo. Significa cambio constante y transitoriedad, atada a factores educativos, culturales y económicos.

En la derecha, que siempre termina por comprender la necesidad de unidad de acción cuando se encuentra en peligro su modelo de sociedad, está presente la disputa de la derecha tradicional (Chile Vamos), con la extrema derecha (Republicanos). Este núcleo contiene otras dos disputas internas empujadas por lógicas que han tenido resultados dispares, la “derecha social” que busca apertura al centro y los “independientes” versus los partidos. La primera tendencia derrotada con Desbordes y la segunda victoriosa con Sichel, con una brillante estrategia de manipulación y uso del ambiente ciudadano anti partidos. Se vive en la derecha un relevo generacional, de personal político. Un reacomodo que ha sido lento desde el 18 de octubre 2019, pero que puede hacerse con calma 3 ajustando la representación de un nicho social y electoral propio, que puede no alcanzar para ganar esta presidencial pero que se esforzará por conservador poder legislativo que, por cierto, no está garantizado.

Describir lo que ocurre en Unidad Constituyente requiere de la física. Una fuerza centrífuga que aleja al Partido Socialista de su alianza histórica con la DC, alimentada por sus bases y lo que se llama cultural y electoralmente “pueblo socialista”, que presionan por retornar a la izquierda y que en las recientes primarias hayan otorgado un cierto respaldo a Boric. El Colectivo Socialista (16 representantes al sumar a María Trinidad Castillo), está votando en la Convención junto al FA. En sentido contrario -fuerza centrípeta- se encuentra la cúpula del PS y los incumbentes, diputados y senadores en ejercicio, que buscan reelegirse, que buscan sostener ese acuerdo para garantizar una lista parlamentaria única. Para este fin sirve una candidatura presidencial común, además de la obvia intención de retomar el control del estado. Las recientes definiciones sobre la presidencial, programa y lista parlamentaria compartida son un intento, fuera de plazo, para luchar contra la irrelevancia. Este grupo, que ha gobernado dos tercios de los maltratados últimos 30 años, arriesga quedar en tercera o cuarta posición al término de 2021. No deben descartarse ajustes de sus estructuras partidarias en los próximos meses y, con toda certeza, cambios en las opciones históricas de sus votantes.

En Apruebo Dignidad se ve con mayor nitidez una prematura separación de hecho. La duda es si terminara en divorcio. La sorprendente victoria de Boric no ha sido encajada por el PC, sus aliados y menos por los contingentes de simpatizantes sin partido. A las sospechas, manifestadas públicamente por el propio Jadue, de que hubo votos espurios (anticomunistas, incluyendo de derecha), se agrega un desencuentro de origen, que radica en la historia del PC y el FA, en la estrategia política de ambos (uno parte de la Nueva Mayoría y compartiendo con esta opción presidencial en 2017 y el otro con candidato propio y luego con respaldo tardío y desdeñoso a Guillier en segunda vuelta), y en el comportamiento respecto del acuerdo del 15 de noviembre 2019. La pregunta necesaria es qué les une. La respuesta es trabajosa y débil; ¿Tienen piso programático común? ¿Cuánto de ese programa es compartido? ¿Cuánto tiempo caminaran juntos? Los dirigentes principales del FA (sin considerar a Comunes con otro origen principal, al menos de la “familia” que gobierna), se ubican en la tradición socialista y no reconocen vínculo con la cultura comunista. Estas diferencias profundas se están viviendo en la Convención, instancia donde el PC y FA tienen pocas votaciones conjuntas. El PC está buscando acuerdos con la Lista del Pueblo y los rumores indican que en sus bases habría disposición para levantar una nueva alternativa de izquierda, a pesar de que la Lista del Pueblo considera al PC como partido político tradicional y se negó a respaldar a Jadue, a pesar de las diligencias que se hicieron en tal sentido.

La Lista del Pueblo se ha levantado como fuerza relevante en la Convención y sus derrotas electorales en la misma no se relacionan con divisiones internas en el grupo. Se sabe que tres candidatos que surgieron de sus filas fueron electos sin ser ya parte de la lista y hemos mencionado a dos que salieron de la misma por afinidad con otros grupos. La cohesión ideológica y política de la Lista del Pueblo será puesta a prueba en las definiciones parlamentarias y presidenciales próximas. Contiene dos grandes vertientes que han convergido en un núcleo de ideas que aún comparte; el grupo original, nacido en Plaza de la Dignidad, es profundamente anti sistémico, antineoliberal, antipartido. Pareciera ser el más interesado en proyectar al grupo más allá de la Convención. La otra corriente es 4 una suerte de federación de organizaciones sociales territoriales, con acento en luchas temáticas como el feminismo, la inclusión de minorías, la defensa del agua, cambio climático, medio ambiente. Con este antecedente no es casual la comunión de voto del conjunto de la Lista del Pueblo con sus aliados de Movimientos Sociales Constituyentes. En LDP y MSC radica un bolsón de votos importante que se dimensionarán a fin de año. Los independientes y estas listas podrán tener más o menos legisladores según sea posible cambiar la ley electoral, cuestión que no se ve sencilla en este parlamento. La cantidad de independientes electos en la CC, que constituyeron listas, dependió de normas especiales y los errores de quienes pronosticamos se asentaron en el escaso o nulo cálculo de ese cambio sustantivo.

Este martes 27 de julio se votó en la Convención Constitucional la forma de elección de cinco vicepresidencias faltantes en su mesa. Fueron derrotados quienes querían usar el método papal que provoca votaciones caso a caso, lo que hace muy difícil la inclusión de minorías, por fuertes que sean. La presidenta y el vicepresidente fueron partidarios de un método que permite la participación de sectores que reúnan 21 firmas. El FA se separó otra vez del PC, en un resultado de 92 a 63, con cada uno de ellos en posiciones contrarias. La situación se repitió ayer cuando debían reunirse los patrocinios para elegir a las vicepresidencias. El PC quedó fuera al no contar con el respaldo de su aliado el FA lo que provocó que Jadue pusiera en duda la continuidad del pacto.

Esta difícil coyuntura en Apruebo Dignidad amaga las opciones de Boric, al arriesgar una eventual doble pérdida de votos por la izquierda, los de Chile Digno (el PC y sus aliados) y los que aglutine la Lista del Pueblo y organizaciones sociales y territoriales con candidato presidencial propio.

En la nueva Concertación, heredera de quienes gobernaron los “treinta años” (en realidad 20), con los ingresos del PRO y PL y Nuevo Trato, se disponen a organizar una Consulta Ciudadana, un remedo tardío de Primaria Convencional. Pareciera ser que a este remate del cúmulo de errores cometidos por este grupo de partidos, podría aplicársele la vieja frase de Marx; “La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”, comparando lo ocurrido en 2017 y lo que acontece ahora. La verdad es que la mayor opción de su candidata (quien gane esta consulta será mujer), ocurrirá en la segunda vuelta, si atraviesan la barrera de la primera vuelta.

En la Convención Constitucional hay fuerzas para impulsar cambios profundos, sin que controle el eje más duro. En el país los caminos están de nuevo abiertos.