Los especialistas apuntan a que el alza de infecciones en este grupo respondería a la pérdida de inmunidad y llaman a agilizar la inoculación de la cuarta dosis. Con todo, la inmunización triple mantiene una diferencia notoria en hospitalizaciones y mortalidad.
El pasado 11 de agosto, casi seis meses después del inicio de la vacunación masiva contra el Covid-19, comenzó la aplicación de una tercera dosis. Desde entonces, 13.305.1705 personas la han recibido y con efectos contundentes pues, según distintos expertos y el Ministerio de Salud (Minsal), marcó una notable diferencia en la prevención de contagios, hospitalizaciones y muerte durante la última ola.
Pero la realidad actual es distinta y los efectos de las tres dosis ya han comenzado a atenuarse, a la vez que aumentan progresivamente los contagios en este grupo.
De acuerdo al más reciente informe del Minsal sobre incidencia de los contagios, cada 100 mil personas inmunizadas con la tercera dosis, hay 656,6 contagios. Mientras, en personas con esquema basal -dos dosis- la incidencia es de 631,1. Y en aquellos que aún no están vacunados, la tasa es de 654,7.
Aunque son más las personas con este tipo de protección, pues según el mismo informe de la cartera sanitaria solo quedan 4.040.296 personas con dos dosis y 1.543.929 sin vacunarse aún, los expertos apuntan a que, proporcionalmente, están ocurriendo más contagios en el grupo con tres vacunas.
“Las tasas de incidencias están estandarizadas por la cantidad de población, porque hay ahora más personas que tienen refuerzo que esquema completo, y las personas que no se han vacunado son muy pocas. Pero, como se estandariza la incidencia, respecto a su propia población, los resultados son comparables. Entonces, desde hace algunas semanas, las tasas de contagios son muy similares en personas con dosis de refuerzo y aquellas sin ningún tipo de vacuna”, explica Felipe Elorrieta, académico y parte del Grupo Epidemiológico Matemático de la U. de Santiago.
Para Gabriel Cavada, epidemiólogo y académico de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile, se trata de una pérdida de inmunidad, el cual sería “común” después de un tiempo.
“Muchos de los primeros vacunados en agosto están cumpliendo los seis meses, y se han resistido un poco a administrarse la cuarta dosis, entonces este grupo de gente explica este aumento de incidencia entre los inmunizados”.
El proceso del nuevo refuerzo -o cuarta dosis- comenzó el pasado 7 de febrero, en medio de la circulación de la variante ómicron y, a la fecha, 1.908.779 personas se han administrado esta nueva inyección. Eso sí, el calendario avanza por grupos, y está última semana le correspondió a las personas de 18 o más años que hayan recibido su dosis de refuerzo hasta el 12 de septiembre.
Con todo, la inmunización mantiene una diferencia notoria en hospitalizaciones y mortalidad. Más aún ahora, que en consecuencia del aumento explosivo de los contagios de Covid-19 por ómicron, la ocupación de camas UCI aumentó, aunque los últimos días se evidenció una disminución. Pues, este martes había 931 pacientes en una unidad crítica, mientras que hace una semana había 1.060.
En este escenario, la tasa de ingreso a las UCI en pacientes sin protección es de 5,7 por cada 100 mil habitantes no vacunados. Mientras, en quienes tienen su esquema completo, esta cifra desciende a 2,7, y en la población con el refuerzo, quienes requieren una cama crítica son 0,6 por cada 100 mil habitantes.
Sin embargo, el exsubsecretario de Redes Asistenciales, Luis Castillo, señala que los pacientes inmunizados que llegan a unidades de alta complejidad tienen antecedentes médicos u otras características: “En general son pacientes sobre 60 años, que tienen una carga de enfermedad importante, son hipertensos, diabéticos, muchos de ellos tienen insuficiencia renal crónica, algunos de hecho están en hemodiálisis o son trasplantados, o tienen carga de enfermedades inmunosupresoras. Además, un porcentaje no despreciable son obesos mórbidos o están con sobrepeso”.
En la tasa de mortalidad, la diferencia entre las personas no vacunadas y aquellas con dos dosis se hace más estrecha. En los primeros, la tasa es de 5,6 por cada 100 mil personas no inmunizadas y en el segundo grupo, que cuenta solo con el esquema basal, la incidencia es de 4,5. En tanto, entre las personas que tienen tres dosis los fallecimientos son menos frecuentes y ocurren en una relación de 1,2 casos por 100 mil personas con el booster.
Ximena Aguilera, directora del Centro de Epidemiología y Políticas de Salud de la UDD, explica que la alta tasa de mortalidad en personas con dos dosis se debe a la pérdida de inmunidad. En ese contexto recalca la importancia de la cuarta dosis: “La cuarta dosis y el refuerzo son importantes, porque este tema de la pandemia no ha terminado, estamos en este momento en una tendencia a la baja de la infección que ha sido toda esta ola de ómicron, sin embargo, el ingreso de la subvariante ha significado un repunte de casos en otros lados, lo que no podemos descartar”.
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