Por Simón Bousquet/ Tesorero sindicato GAM
Durante estas semanas el debate del momento es el laboral. El gobierno busca instalar a toda costa la bandera de la flexibilización, bandera que en cultura conocemos desde siempre: externalización de servicios, trabajo precario, bajos sueldos y una alta competitividad son pan de cada día en el mundo de las y los trabajadores de la cultura. A esto, suman una ofensiva por prohibirnos el derecho a negociar a las y los trabajadores de cultura y educación.
También podemos ver la flexibilización en el teatro municipal, donde los sindicatos llevan más de un mes luchando contra los 60 despidos de la mano del alcalde Felipe Alessandri, quien justificó los despidos por una reestructuración debida a la crisis financiera que atraviesa el teatro. La realidad de esta “reestructuración” es que la administración ahora externalizará el servicio de cantantes para suplir a los trabajadores que fueron despedidos.
La huelga ha sido históricamente la herramienta de los trabajadores para mejorar sus condiciones laborales y de vida, entendida internacionalmente como un derecho humano fundamental. Éste derecho, junto al de negociar colectivamente, nos es negado a los trabajadores y trabajadoras de determinadas instituciones bajo las restricciones del plan laboral de la dictadura. Puntualmente, la restricción a negociar consiste en que a las entidades que reciben más de un 50% de financiamiento estatal se les prohíbe negociar colectivamente.
Sin embargo, hemos tenido un pequeño avance. Ayer se resolvió en la cámara de diputados el envío de un proyecto de ley para derogar la prohibición a negociar colectivamente, con 84 votos a favor, 12 en contra y 43 abstenciones. Tras varios años de presión y movilización de sindicatos, este un primer paso, impulsado por la lucha que han dado especialmente el Sindicato de la Universidad de Católica del Maule y el Sindicato del Centro Cultural Gabriela Mistral, ambos con dictámenes que declararon sus negociaciones colectivas ilegales.
A pesar de esto, sabemos que acotándonos a las posibilidades que proporciona el marco legal para la organización sindical, no es posible cambiar nuestra realidad ni dar a conocer las problemáticas en los espacios de trabajo. En Chile no existe derecho a huelga efectivo, las huelgas en realidad son lentos procesos (buenos oficios, servicios mínimos) que debilitan la capacidad de transformación que tienen las y los trabajadores.
Durante nuestra huelga “ilegal” en enero de este año, como directiva sindical fuimos a exigir ante la comisión de cultura de la cámara de diputados el derecho a negociar colectivamente. En aquella ocasión hicimos énfasis en lo desprotegidos que nos encontramos los trabajadores de la cultura en términos laborales y de organización. Por lo tanto, apoyamos categóricamente que se derogen los incisos tercero y cuarto del artículo 304 del Título I, Libro IV del Código del Trabajo, para que todos los trabajadores y trabajadoras cuenten con el mínimo derecho de negociar colectivamente.
Corresponde recalcar que este tipo de proyectos no estaría en discusión si como trabajadoras y trabajadores no nos hubiéramos propuesto movilizarnos para conseguir nuestras demandas.
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