Ha buscado sacarle todo el brillo que ha podido a su triunfo del sábado en la interna gremialista: solo durante esta mañana ha pasado por al menos cinco radios dando entrevistas con frases como “la militancia dio un mandato por el cambio” o “espero que la UDI tenga la opción de ser un partido influyente, no que esté peleando el 22% del Rechazo”. Que a sus 42 años Javier Macaya Danús sea el primer nombre “joven” del partido en ganar su mando tras una elección disputada a dos bandas impuso la lectura del famoso ‘recambio generacional’. Pero ello no necesariamente implica el ocaso definitivo de los “coroneles”, leían esta mañana en ambos bandos, el vencedor y el derrotado.
Lo que sí, recalcan allá, con esto se consolida un cuadro “en que los históricos ahora empujamos el carro, no lo conducimos”, como comenta un hombre de ese grupo. Pero en rigor, no es que acá el otrora cuarteto controlador y su generación hayan todos apostado a la lista perdedora y que con esto queden absolutamente fuera de juego. La nomenclatura clásica de los “coroneles” sí indica que en este lance uno de ellos figura como uno de los grandes derrotados: Pablo Longueira, quien pretendía volver a presidir el partido y que instó a Víctor Pérez a que se candidateara en su lugar, cuando el impedimento legal por el Caso SQM le impidió postular.
Pero de los otros tres, era un secreto a voces que al menos dos estaban con la lista de Macaya, aunque nunca abrieron su boca para decir nada en favor del ganador. Andrés Chadwick, reconocido en la UDI como su mentor político; Juan Antonio Coloma era vox populi que no estaba con la nómina de Pérez; estaba ligado a su nómina a través de su hijo, el diputado homónimo que fue su jefe de campaña, y además ya no había estado con Jacqueline van Rysselberghe en la interna del 2018. Hoy en la mañana todavía había quienes comentaban que los dos, otra vez, jugaron la carta del mudo en la pública.
De Jovino Novoa poco y nada se sabe hace años, y así como algunos recordarán que la saliente presidenta -la otra gran derrotada junto a Longueira- fue su ahijada política, otros apuntan que en esta vuelta hubo leales al exsenador y dos veces exjefe del partido que estuvieron con el ganador.
Además, hay otros históricos que, con o sin las jinetas nominales de “coroneles” también son asociados generacionalmente con ese grupo, como el diputado Patricio Melero -que apoyaba abiertamente al nuevo líder gremialista- o el ministro de Justicia, Hernán Larraín, que si bien fue otro de los que se mantuvo en silencio, sí se sabía que no estuvo con los vencidos.
“Tengo la sensación de que los coroneles estuvieron casi todos con Javier Macaya. Se dio curso a un cambio generacional, pero creo que los coroneles y los de su generación, Andrés Chadwick, Juan Antonio Coloma, Hernán Larraín, Patricio Melero, Gabriel Villarroel, estuvieron todos -salvo Pablo Longueira- con Macaya, casi explícitamente”, reflexiona ante la consulta el diputado Ramón Barros, candidato a secretario general de la lista de Pérez.
Tampoco cree que sea un “cambio de era” en el partido: “No, para nada. La UDI sigue siendo la misma, no tengo una connotación negativa de lo que pasó”.
Sobre lo primero, entre parlamentarios y dirigentes, y especialmente entre quienes festejaron el fin de semana (los contactados declinaron hacer comentarios entre comillas), tampoco creen que -pese a las frases y declaraciones- sea el ocaso definitivo de dicha generación. Sí piensan que el resultado de 55% v/s 45% quiere decir “que hay que dar paso a nuevas generaciones que empaticen mejor con liderazgos renovados menos politizados respecto al pasado históricos de la UDI, que sintonicen mejor con los tiempos de hoy. Es decirles ustedes cumplieron su rol y condujeron muy bien al partido, pero ahora necesitamos rostros nuevos”, dice un histórico.
En resumen, insisten otras voces: no es que se jubile por decreto a los gremialistas más “vividos” y se les relegue a la irrelevancia, pero tampoco tienen ahora el timón.
Lo ocurrido también tuvo otras lecturas. No son pocos, tanto en la disidencia como fuera de ella, que leen en el desenlace un castigo al desgaste de la conducción de la presidenta saliente, a las críticas cruzadas por el estilo de gestión, a las enemistades mutuas con la disidencia y -en fin- a todo al conflicto intestino que se venía arrastrando desde la reñida interna con el ahora ministro Jaime Bellolio (2016). Otros lo fijan más atrás: en las dos que enfrentaron a Juan Antonio Coloma con José Antonio Kast, cuando éste aún militaba.
A todo esto, en la UDI hacían notar esta mañana que la senadora -quien no pudo ser contactada esta mañana para esta nota- no se ha referido in extenso a lo sucedido. Y que esa tarde de sábado no fue a saludar a Macaya (como sí lo hicieron Pérez, Barros y el alcalde de Colina, Mario Olavarría, que los apoyó) ni lo hizo público. Macaya dijo el domingo en El Mercurio que ella le envió un mensaje “bien entrada la tarde”.
Van Rysselberghe buscó en un inicio un tercer período, y cuando quedó claro que legalmente no podía, su bando buscó postergar las elecciones mientras buscaba un sucesor que primero buscó en Pérez (hasta que éste se fue a Interior) y luego en Longueira, mientras incluso lanzaba el globo sonda de Felipe Salaberry. Esos vaivenes, creen en la lista de Pérez, fueron aprovechados por la disidencia, de la que dicen que se venía preparando hace mucho para esto, y que en contraste la lista del exministro tuvo el tiempo en contra. En la lista de Macaya se enorgullecen haber ganado luego de “años de trabajo en terreno y de equipo”.
Los derrotados no lo desconocen, pero también expresan que tienen la sensación de que el grupo antes capitaneado por la diputada María José Hoffmann incluso habría aprovechado las giras de campaña del “Rechazo” para -en realidad- hacer terreno para la elección interna.
¿Longueira? Muchos lo apuntan como el verdadero gran vencido en esto, no solo por que fracasara en volver a liderar la UDI. Nadie lo critica en público, pero hacen una lista larga que parte con su intempestiva reaparición apoyando el Apruebo, muy a contrapelo de la UDI y con un tono (”viva la UDI de ayer, no la de hoy”, llegó a decir) imperativo que no cayó bien -insisten- en los cuadros más jóvenes del partido. Si hay un coronel que perdió en esta vuelta, insisten, fue él.