La pandemia puso sobre la mesa los riesgos y las desigualdades a las que se enfrentan los trabajadores de plataformas digitales. Siete de cada diez aseguró que si contraía el virus, no tendría derecho a tomarse una licencia o recibir una compensación. Las jornadas son más largas que en los trabajos tradicionales, de 65 horas semanales, y en el 79 por ciento de los casos mencionaron sufrir estrés por el trabajo, como el riesgo de sufrir lesiones físicas, el tránsito, la remuneración o la presión por conducir rápido.
Así se desprende del último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) llamado «El papel de las plataformas digitales en la transformación del mundo del trabajo». Allí define que una de las categorías de plataformas digitales es la basada en la ubicación, que incluye los servicios de taxi, reparto, reparaciones a domicilio (como un electricista), el trabajo doméstico y la prestación de cuidados.
La mayoría de los trabajadores son hombres menores de 35 años, que en los países en desarrollo tienen un alto nivel de estudios, pero cuya motivación se basa en la falta de oportunidades de otro tipo de empleo. Sólo uno de cada diez son mujeres. En algunos paises, suelen ser una fuente importante de oportunidad para los migrantes.
Según la OIT, las plataformas adoptaron medidas para mitigar los riesgos de seguridad y de salud, como la distribución de equipos de protección. Sin embargo, cerca de la mitad de los trabajadores que recibieron un equipo manifestaron que «la calidad o la cantidad de los artículos suministrados eran inadecuados». Además, ocho de cada diez trabajadores debieron incurrir en gastos adicionales para comprar el equipo de protección personal.
«Las plataformas digitales de trabajo se multiplicaron por cinco en una década», reveló el informe, que incluye también plataformas en línea basadas en la web, como los trabajos realizados por encargo a distancia (por ejemplo un servicio de software, diseño o traducción). El número de plataformas aumentó de 142 en 2010 a 777 en 2020, es decir, 447 por ciento. Las plataformas de taxi y reparto se multiplicaron por diez en ese período. Se estima que la población adulta que realizó trabajos en plataformas se sitúa entre el 0,3 y el 22 por ciento.
Con respecto a los contratos, cuando realizan su trabajo a través de la plataforma, los consideran cuentapropistas o autónomos. «Las nuevas oportunidades creadas por las plataformas digitales están volviendo cada vez más difusa la distinción que solía haber entre asalariados y autónomos«, describió la OIT. De hecho, la gestión y supervisión la suelen realizar algoritmos para establecer las puntuaciones, lo cual «limita la libertad de los trabajadores para rechazar trabajos», según la OIT. Eso ocurre porque afecta el nivel de calificación, reduciendo el acceso al trabajo, quita de bonificación, cobro de multas o darlos de baja.
Este tipo de contratación tiene consecuencias para los trabajadores, como la regularidad del trabajo y de los ingresos, las condiciones, la libertad sindical y la discriminación. «Muchas de estas dificultades son tanto o más acentuadas para quienes trabajan en el sector informal», agregó la organización. Los conductores y los repartidores que trabajan mediante aplicaciones se enfrentan a riesgos de seguridad y salud en el trabajo. Pero «existen grandes deficiencias en lo que respecta al seguro de enfermedad, prestaciones por accidente, seguro de desempleo o invalidez y prestaciones de jubilación», describió la OIT sobre las deficiencias en la seguridad social.
Por otro lado, en muchas jurisdicciones se prohíbe la negociación colectiva, pese al Convenio sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación, 1948 (núm. 87), de la OIT. En algunos países, como el Canadá, España, Irlanda y Japón, introdujeron excepciones para que determinadas categorías de trabajadores autónomos dependientes puedan participar en las negociaciones colectivas.
Fuente: Página 12