INFORME CETRA: 5 DE SEPTIEMBRE, EL CICLO DE CAMBIO FALLIDO

18/10/2020 Un manifestante ondea la bandera de Chile durante las protestas por el primer aniversario del estallido social de octubre de 2019. POLITICA 2020 GETTY IMAGES / MARCELO HERNANDEZ

Por  Carlos Cano B., Director Ejecutivo CETRA

Terminamos este texto 100 días después de esa fecha decisiva. La distancia nos ayudará a equilibrar los juicios de valor emitidos con saña en el primer tiempo. Se está tratando de cerrar un acuerdo parlamentario en que la mayoría que se apropió del 62% busca imponer la participación de “expertos” que desequilibrarían un resultado de representantes 100% electos. Pero digamos con claridad que no nos parece que el resultado en la votación se esté jugando en estas discusiones sobre los mecanismos para avanzar hacia un nuevo texto fundamental.  Consideramos que las formas y procedimientos ahora son menos importantes que las definiciones mayores que parece haber adoptado nuestro pueblo sobre la constitución que quiere y que se expresaron con crudeza el 4 de septiembre.

Necesitamos resolver en el análisis sobre ese resultado electoral, cuáles son los rumbos que deben adoptar las fuerzas progresistas y los movimientos sociales.

En la semana previa al plebiscito dijimos, en nuestros medios, que la derrota del Apruebo era segura y que las esperanzas en un resultado distinto se alojaban en tres probables bolsones de votos; a) votos blandos de sectores populares menos integrados a procesos electorales previos, b) votos de jóvenes que continuarían su integración al padrón electoral activo, y c) la elasticidad y crecimiento del padrón electoral, como conjunto, incluyendo todos los núcleos sociales y etarios. Como hoy sabemos, esas opciones se diluyeron en forma brutal, la inmensa mayoría de estos nuevos votantes se volcó al Rechazo. Este es el dato principal que debe interpretarse.

Ahora es obligatoria una lectura más certera de lo ocurrido estos últimos años. Por cierto, mejor que el análisis izquierdista del 18 de octubre 2019, que para muchos representó prácticamente un periodo prerrevolucionario en que la “primera línea” eran la avanzada del ejército rojo de otro octubre, en la Rusia zarista de 1917.

Detengámonos primero en los datos electorales explícitos, y revisemos a qué realidad obedecen.  En el cuadro 1 nos apoyamos en datos del SERVEL. En los siguientes tenemos a la vista el “Análisis Comunal sobre Decisión de Votos y Participación” de Miguel Ángel Fernández y Eugenio Guzmán, Facultad de Gobierno Universidad del Desarrollo.  Después comentaremos un par de asuntos relevantes vinculados a la campaña.

  1. Participación Electoral 1988 – 2022

El resultado en participación electoral superó los pronósticos más optimistas. Contabilizando los votos válidamente emitidos, estos fueron 12.743.051. En la segunda vuelta de la presidencial de 2021 sumaron 8.271.893 votos. En la primera vuelta 7.028.345, mientras en las elecciones de Diputados se validaron 6.328.214 preferencias. La participación de 85,8% superó levemente los 13 millones de habilitados, en un padrón sobre los 15 millones que el SERVEL por ley no puede depurar, aunque se trate de fallecidos. Además, hubo con certeza varias centenas de miles de probables votantes que no cambiaron su domicilio electoral. En la práctica tuvimos entonces una participación real mayor que el récord histórico de 86,8% en las presidenciales de 1989.

  1. Decisión de Voto opción Rechazo por Región 2022

Estos resultados por región no contienen sorpresas excesivas, se mueven hacia el Rechazo en forma proporcional, pero dejan en evidencia que las macrozonas “progresistas” se sitúan en el centro del país. Desde O´Higgins al sur la fortaleza del Rechazo es notoria, con un leve descenso en Magallanes. Esta votación más positiva, a favor del Apruebo en Valparaíso y Región Metropolitana, sin que se gane en ninguna de las dos, obedece por cierto a una mayor discusión “centralista” sobre régimen político y las banderas identitarias que obtuvieron preponderancia y visibilidad en el debate constitucional.  ¿Es el Chile “moderno” versus el Chile “conservador”? Una correcta respuesta hace obligatoria una observación histórica mayor. Volveremos sobre ello.

  1. Participación y Decisión de Voto por Quintil de Ingresos

Esta tabla es brutalmente significativa, mientras más bajos son los ingresos de la población votante se produce un mayor respaldo al Rechazo. En las comunas de ingresos menores la diferencia alcanza el 50%. Antes, cuando se estudiaba la historia social y política de Chile en universidades extranjeras, llamaba la atención la casi exacta correspondencia entre grupos sociales y fuerzas políticas. El Partido Comunista representaba el proletariado minero e industrial; el Partido Socialista a los pobres del campo y la ciudad; el Partido Radical a las viejas y nuevas capas medias cediendo esos espacios al Partido Demócrata Cristiano a partir de los años 60; el Partido Renovación Nacional a antiguos grupos de terratenientes, industriales, grandes comerciantes y la Unión Demócrata Independiente a la burguesía de la industria bancaria y de las transacciones especulativas fortaleciéndose con los “nuevos ricos” que emergieron en dictadura. Desde antes de los 90, el aparato estatal y los medios de comunicación de la dictadura y luego su brazo político, la UDI, penetraron en los territorios populares y rompieron con esa equivalencia grupo social-territorio-posición política. ¿Qué significa hoy “ir a los territorios” que se usa en los grupos del Frente Amplio? ¿Esa expresión tiene asidero espacial o sólo se refiere a espacios sociales? De estos resultados electorales se desprende que la “nueva política” no ha penetrado en profundidad los espacios sociales populares o lo ha hecho en comunas muy urbanas o como fenómenos locales.

  1. Participación y Decisión de Voto por ÍNDICE DE RURALIDAD COMUNAL (IRC)

En la referencia anterior sobre las diferencias entre Apruebo y Rechazo en las regiones, como una aparente dicotomía entre los “moderno” y lo “conservador”, se refuerza con este cuadro donde se clasifican según ruralidad. La curva es perfecta, mientras más ruralidad mayor ventaja para el Rechazo. ¿Es que la mayor votación del Apruebo en los centros urbanos refleja el interés en determinados debates y acentos que impulsó la Convención en su propuesta de Nueva Constitución? ¿Qué significa la expresión del presidente Boric sobre no adelantarse al pueblo en el terreno de las regiones? ¿Hay regiones más “adelantadas” que otras? ¿Lo “adelantado” es lo “progresista” y “moderno”? ¿Lo conservador está ligado a la menor urbanidad?

  1. Participación y Decisión de Voto por Población Evangélica

De nuevo vemos una correlación perfecta, a mayor influencia de las iglesias evangélicas mayor es la votación del Rechazo. Esta opción evangélica es valórica, entonces los puntos que se tocan para activar posiciones son conservadores. Esta tendencia, verificada en otras latitudes como Brasil o con núcleos católicos de Estados Unidos o Europa Central, menos integrados a la modernidad, parecen ser impermeables a un discurso de cambio progresista. Los medios conservadores aprovechan la menor debilidad en los relatos sobre los cambios.

  1. Participación y Decisión de Voto por Acceso a Internet

La siguiente curva se ordena en torno a los polos de menor a mayor integración a un medio moderno de comunicación como es el internet. El vínculo con este conjunto de redes de comunicaciones interconectadas que dan origen a una red única de alcance mundial, con sus múltiples plataformas, debería ser una herramienta de homologación de información. Eso es su potencial y al mismo tiempo la oportunidad de control y manipulación de grupos de poder que buscan impedir los cambios. Entonces la mayor conexión a Internet no garantiza en absoluto un cierto acceso a un “saber universal”, pero, otorga sostén a un mínimo de información y datos que son desigualmente aprovechados por sus usuarios. La barrera de entrada de la alfabetización digital sigue siendo una cuestión relevante para las propuestas de cambio. El dato adicional en los últimos años es que los recursos económicos son también decisivos en este terreno.

  1. Decisión de Voto por Comunas visitadas por el presidente.

Este dato, más anecdótico, sirve para confirmar un antecedente conocido. Los partidarios del Rechazo engancharon el prestigio presidencial a la opción Apruebo. Lo mismo se hizo con el programa de gobierno del presidente Boric. El presidente y su gobierno ataron también su suerte a la disputa constitucional. Cuando buscaron desatarse de esa trampa mortal, fue tarde. Más de alguien podría acusarnos de ser generales después de la batalla. Razón tendría, salvo que estamos hablando del gobierno en ejercicio, con recursos y medios a su disposición, con un grupo gobernante al que no puede negárseles contar con inteligencia política.

En suma, se debe desentrañar quién es el lastre. Si es el Apruebo, Convención Constitucional incluida, o el presidente y su gobierno. Pareciera ser sencillo resolverlo. Basta leer las historias electorales recientes. En suma, el presidente no logró mejorar la votación del Apruebo en las comunas que visitó, a pesar de las acusaciones de estar en campaña por parte de la oposición. No movió la aguja con sus giras presidenciales. Con todo, el presidente no bajó su votación general de segunda vuelta en comparación al plebiscito. Al contrario, sumó 200 mil votos en el país. Número precario por supuesto, pero ayuda a comprender lo que estamos revisando, la suerte del presidente estuvo atada al resultado del plebiscito. Así lo planeó el Rechazo.

  1. Participación y Decisión de Voto por Apoyo al Sí en Plebiscito de 1988.

Es interesante esta comparación 36 años después. Con variaciones respecto de respaldo a posiciones “progresistas”, entre los distintos grupos sociales, se aprecia, al cierre de ese ciclo político, un fuerte respaldo a la dictadura. El SI obtuvo un 44,1% frente al NO con 55,99%. Ese apoyo a las fuerzas de derecha se mantendrá con pocas variaciones en las últimas décadas. En algunas oportunidades la derecha se dividió para las presidenciales pero el sistema de votación bicameral sostuvo su poder de veto en el parlamento, auxiliada por núcleos de la Concertación.

Esa votación media estable de los grupos conservadores fue alegremente olvidada en la lectura que se hizo del plebiscito para definir si queríamos Nueva Constitución y quienes deberían trabajar en ella. El aparente rechazo a los partidos políticos tradicionales se vería confirmado en los resultados de las votaciones para elegir integrantes de la Convención Constitucional. La derecha no alcanzó el tercio, la cifra mágica para vetar, y la ex Concertación fue duramente castigada. Con la composición de la Convención se creó un clima triunfalista, agresivo respecto de la realidad política de las últimas décadas, y con muy alta resonancia de causas adelantadas y minoritarias hasta ese tiempo. El borrador resultante fue calificado como el más progresista en muchos círculos, incluso fuera de Chile. El pequeño detalle es que no se comprendió a cabalidad que esa votación era anómala respecto de las tres décadas anteriores. Se hizo con normas especiales sobre incorporación de independientes, paridad de género y participación de pueblo originarios. Su resultado tenía que ser distinto, pero esto se omitió y se sacaron falsas cuentas alegres. Lo negativo fue que el relato sobre el cambio constitucional, sus temáticas y propuestas, se levantaron sobre una base de barro. Reconozcamos que esa borrachera alcanzó a muchos de nosotros, incluyendo al gobierno. Lo relevante es que hoy se necesita tener una mirada más larga del comportamiento electoral de chilenas y chilenos y de las raíces más profundas en que se sostienen esos votos.

  1. Chile conservador, presa fácil del Big Data

Estamos concluyendo que nuestro país es esencialmente conservador, con fuerte énfasis en lo valórico, con influencia poderosa de la cultura neoliberal dominante estos cincuenta años afianzada en las conductas individuales y comportamiento económico y social de los núcleos familiares.

A estas influencias gravitantes en las opciones electorales se agrega la respuesta de como pensaban la cuasi mitad del universo que conformaba los no votantes, solidificada desde que la votación se hizo voluntaria. La obligatoriedad fue como despertar un Chile profundo, ancestral y conservador. La nueva condición del voto representa un desafío adicional de proporciones mayores.

En este cuadro de conciencia social y política preexistente, la emergencia de las nuevas tecnologías electorales, en particular el Big Data, actuaron como cuchillo calienta en mantequilla.  El supuesto de un nuevo campo democrático, con redes sociales autónomas, se demuestra falso y no sólo por las fake news, sino también por el poder de control de los algoritmos, las mallas infinitas de bots y el estrecho vínculo de las redes sociales con los flujos de información (y sus tendencias), manejados por los medios de comunicación abiertos, con sus distintos respaldos como encuestas, voces con autoridad, esquemas de saturación de opiniones, etc.

Consideremos que estos medios ya han sido denunciados en elecciones de USA, Europa o Brasil. Debemos constatar que la capacidad de intervención de quienes cuenten con el conocimiento y el dinero en cualquier elección solo crecerá en los tiempos que vienen.

  1. La Campaña del Apruebo expresión de una Torre de Babel.

Dos preguntas antes de continuar; ¿Se habrán producido cambios en la conducta del electorado que permitan que en los próximos meses se apruebe un texto parecido al rechazado en septiembre? ¿Estos debates sobre las formas de hacer un nuevo texto, tales como número de constituyentes, cantidad de expertos, y otros, alteraran positivamente el respaldo de la población hacia los grupos que anhelan una constitución progresista?

Nuestra respuesta es NO a ambas. Compartimos, y lo hemos dicho aquí, que las fuerzas del Rechazo orquestaron una enorme campaña de desinformación, falsedades y promesas que no pretenden cumplir, salvo en los límites de su propia aceptación, asegurando el modo de acumulación. Sin embargo, eso es un dato de la realidad. Cuando Dominadores y Dominados se enfrentaron de nuevo en términos decisivos, los primeros allegaron todos los recursos que pudieron acopiar y esa era la misma obligación histórica de los partidarios del cambio. No ocurrió así ni de cerca, quienes optaron por el Apruebo carecieron de una estrategia y un mando común, se perdieron y dividieron en el despliegue de las maniobras que sirvieran esas estrategias y sufrimos la mayor derrota en décadas. El colmo de esta ridiculez fue la Franja Televisiva en que se transmitieron mensajes confusos e incluso contradictorios probablemente influidos por la confusión y multiplicidad de demandas particulares que plagaron la calle los meses anteriores y la incapacidad de construir un relato único de los grupos políticos . Esta es la constatación principal antes de continuar, teniendo presente que no se ven alteraciones decisivas en esta alianza de dos Coaliciones que sostienen el gobierno. Con esta percepción debe analizarse la afirmación del presidente Boric sobre que sería preferible un acuerdo imperfecto a la ausencia de acuerdo sobre cómo llegar a una nueva constitución. Es evidente que el dato principal para definir qué hacer es la actual correlación de fuerzas sociales y políticas y los cambios esperables en esta medición de poder. No se puede pedir a las fuerzas oficialistas que renuncien a que la Convención Constituyente, o como se vaya a denominar, sea 100% electa, pero nos gustaría conocer cómo se enfrentará un cuadro de inmovilidad en el terreno constitucional, con minoría permanente en el parlamento.

¿COMO SEGUIR?

Lo primero es contar con un diagnóstico general acertado, que proporcione herramientas para definir las tareas inmediatas y aquellas de más largo plazo. Esto aún no ocurre de manera definitoria en el campo popular y progresista. En varios sectores de izquierda todavía predominan visiones autocomplacientes, con carencia de autocrítica, en que la culpa de la derrota la tienen los medios de comunicación de la derecha que cumplieron su función de clase. O también se responsabiliza incluso al propio pueblo, por ignorancia o seducción de los sectores conservadores. Ignorando el antecedente básico ya anotado; en una batalla como la definición de una nueva constitución, se deben emplear todos los medios y recursos disponibles. Entonces cuando el presidente Mujica nos dice que “UN TROPEZON NO ES CAÍDA”, habla de perseverancia en la disposición de lucha. No minusvalora la derrota que sufrimos, sino que luego invita con claridad a escuchar a las mayorías, a gobernar para ellas.

En este análisis, estas dos afirmaciones – que compartimos, todas las defensas irrestrictas de la “participación popular” deben explicarse; ¿No son acaso las solicitudes a la mayoría, demandas para que el 62% ejerza su derecho a definir el rumbo institucional? ¿Qué habría producido el milagro, en tan poco tiempo, de que ahora si la opción popular sería progresista en el tema constitucional? Por supuesto que en el terreno de los principios se debe defender un órgano constitucional 100% electo, pero la tarea es alcanzar un nuevo texto constitucional que abra algunas puertas porque no tenemos otras opciones que reequilibre el actual mapa de poder en nuestra sociedad.

Lo segundo es constatar que más allá de las campañas comunicacionales, nuestro pueblo es conservador y que tenemos tremendos vacíos en la formación cívica, en la formación política, en la constitución de los imaginarios colectivos dominantes. Es obligatorio considerar que esta realidad obliga a cuidar los relatos de cambio que se propongan, los ritmos que se marcaran y que cautelar el lenguaje no puede ser sólo un acto hipócrita. Las propuestas de cambios deben establecer las prioridades mayoritarias con nitidez y ordenar Las demandas identitarias a partir de mínimos imprescindibles. El mayor ejemplo de lo que no debe hacerse esta en el comportamiento de la mayoría de la Convención Convencional empezando por el acto inaugural en que se perturbó el himno nacional y se cuestionó la presencia del símbolo patrio.

Lo tercero en la construcción del diagnóstico, es saldar la visión que tengamos del 18 de octubre de 2019. El filósofo Martin Hopenhayn dice que ahí cristalizó una revuelta y no una revolución, que la revuelta fue derrotada pero que hubo un triunfo cultural que aún se extiende. La expresión revuelta se acerca también a la voz levantamiento. Ambas representan una movilización de alta intensidad, pero temporal, sin el poder suficiente para transformarse en poder por si misma. Si buscamos ordenar las demandas que estaban presentes descubriremos que representaban intereses de distintos grupos sociales, de distintas clases, si se quiere recurrir a esos códigos. Allí radica la tremenda fuerza del movimiento, pero también su debilidad. El error de muchos análisis fue considerar la revuelta como un movimiento con fines estratégicos únicos y compartidos.

Para complementar el actual mapa de poder deben mirarse con atención los resultados de la segunda vuelta presidencial. Es evidente que los votos del presidente Boric y con ello el respaldo al programa inicial del FA y el PC, no tuvieron mayoría. El diferencial de respaldo provino de grupos anti Kast y de la ex Concertación, en particular de lo que hoy se denomina Socialismo Democrático, instalado en el gobierno como la “segunda coalición”.

En fin, contar con un diagnóstico en que se no se confundan los intereses político-partidarios de grupos minoritarios, o los sueños y deseos personales frente a una realidad que no cuadra con ellos. Luego definir las herramientas de transformación en un escenario establemente adverso, construyendo en y desde el seno de las organizaciones sociales. A partir de lo anterior, multiplicar el actuar de las organizaciones sociales construyendo anclajes políticos. Esto último permite multiplicar la formación de conciencia, el control social sobre los comportamientos grupales e individuales, el acopio de modos y medios para intensificar la formación en los núcleos sociales de avanzada.