EL lunes 23, cerca de las 11 horas, la ministra de Educación, Adriana Delpiano, se comunicó por vía telefónica con La Moneda para informar que el jefe de Educación General de la cartera, Gonzalo Muñoz, y el asesor de su gabinete, Miguel Crispi, habían decidido renunciar a sus cargos en el Mineduc. Ambos miembros fundadores de Revolución Democrática (RD) -quienes se conocieron en su paso por la Fundación Chile- habían argumentado poco antes ante Delpiano, en una reunión en su despacho, que había llegado el momento de construir una “alternativa política distinta” a la Nueva Mayoría. La notificación se realizó justo una semana después de la entrega de 10 mil firmas ante el Servel que convertirá a RD en un partido político legal.
Sin aviso previo, los dos personeros pusieron fin a la cuestionada “colaboración crítica” de la colectividad en el Mineduc. A medida que aumentaba el malestar en la Nueva Mayoría, la lectura fue una sola: el grupo del diputado Giorgio Jackson, que desde sus comienzos ha estado vinculado a la centroizquierda y, en especial, a la figura de Michelle Bachelet, se ubicaba ahora en la oposición.
Quienes conversaron con Delpiano a principios de semana afirman que la militante PPD no disimuló su incomodidad con la salida de Muñoz y Crispi. La ministra había defendido -en público y en privado- la permanencia de los dos sociólogos en el Mineduc tras la salida de Nicolás Eyzaguirre para asumir a la cabeza de la Segpres. Esa mañana del lunes 23, sin embargo, Delpiano se enteró de golpe de la renuncia de ambos dirigentes, casi sin margen para reaccionar.
Fuentes de ese ministerio acusan, además, que apenas se inició la cita, la noticia de la partida de los dos militantes de RD comenzó a circular profusamente por las redes sociales, como si nada se hubiese dejado al azar.
Una de las personas que se habría enterado por esa vía fue la subsecretaria de Educación, Valentina Quiroga, quien se encontraba fuera del país. Con sus cercanos, Quiroga compartió el mismo diagnóstico que transmitió Delpiano: este no era el momento para renunciar.
A pesar de la molestia ya instalada desde La Moneda pidieron a Delpiano que evitara hacer mayor referencia a las dimisiones. Así lo hizo. La ministra, en un breve comunicado, agradeció el trabajo de Muñoz y Crispi y su compromiso con la reforma. En privado, pidió al ex jefe de Educación General que al menos permaneciera por una semana más para explicar a quien asumió como jefe interino, Juan Eduardo García Huidobro, los detalles de los proyectos en marcha.
La tesis de que el gobierno no haría mayores comentarios se extendió más tarde por el resto de los ministerios, intentando contener la ira generalizada de personeros de la Nueva Mayoría que pedían la salida definitiva de todos los militantes de RD del Ejecutivo.
“Me parece honesto que Revolución Democrática abandone el gobierno y es legítimo que apuesten por su propio proyecto, pero ellos deben anunciar formalmente que todos sus militantes dejarán los espacios de gobierno”, señaló a Reportajes el senador PPD Felipe Harboe, quien en 2014 dejó su escaño en la Cámara de Diputados en manos de Jackson, a quien respaldó activamente.
Tras el desembarco de Gonzalo Muñoz y Miguel Crispi, al menos otros cinco dirigentes que mantienen cargos de responsabilidad política en RD -consejo político, tribunal supremo y coordinadores de área- continúan trabajando en el gobierno. Eso, sin contar a decenas de militantes que trabajan en distintas reparticiones.
Consultados por Reportajes, tanto Crispi como Muñoz optaron por no referirse a los términos de su salida.
En el oficialismo atribuyeron la decisión de La Moneda de manejar con cautela el tema no sólo al costo que le significaría al gobierno salir a criticar a un colectivo con una positiva evaluación ciudadana. También está detrás la estrecha e histórica relación de los miembros fundadores de RD con la Presidenta Bachelet, con el bacheletismo y con figuras de la ex Concertación.
De Dialoga a Santiago
En 2010, el entonces militante socialista Miguel Crispi -ex presidente de la Feuc e hijo de la ex ministra y actual representante ante la Ocde, Claudia Serrano- llegó a la recién inaugurada Fundación Dialoga para liderar junto a Nicolás Valenzuela y Sebastián Depolo el proyecto estrella de la entidad, una plataforma de formación de jóvenes que llamaron “Sentidos Comunes”.
Supervisados por Clarisa Hardy y María Angélica Alvarez -la “Jupi”-, el pequeño grupo levantó, en lo que ya se denominaba el centro del bacheletismo, un medio de comunicación donde compartían reflexiones y noticias de lo que por esos años ocurría en torno a las protestas del movimiento estudiantil.
El incipiente espacio que comenzaron a conquistar fue mirado con recelo por la denominada G-90 y, particularmente, por el ex ministro Rodrigo Peñailillo, quien alistaba su regreso a Chile y apostaba a que fueran sus cercanos quienes lideraran la renovación política en un nuevo gobierno de Bachelet.
Pero a fines de 2011 los líderes de la fundación recibieron una noticia. Crispi y Valenzuela renunciaron a sus puestos en Dialoga para formar un nuevo referente a la luz del capital político que había conseguido el entonces presidente de la Feuc, Giorgio Jackson, uno de los líderes surgidos en la movilización estudiantil de ese año.
Menos de un año después, Revolución Democrática conseguía su primer triunfo electoral al alero de la candidatura independiente de Josefa Errázuriz, en Providencia, alcaldía que hoy alberga a varios profesionales de RD.
Tras el emblemático triunfo de Errázuriz -quien competirá en octubre por la reelección, respaldada por los partidos de la Nueva Mayoría-, las cuentas de la popularidad del dirigente más reconocido del colectivo llevaron a la coordinación del movimiento a apostar por un anhelo político mayor: Jackson podía llegar al Congreso.
Fue entonces que los jóvenes dirigentes debutaron en sus primeras negociaciones con la naciente Nueva Mayoría. En 2013, la aparente ausencia de candidatos competitivos que pudieran reemplazar al PPD Felipe Harboe -quien fue en busca de un escaño en el Senado- llevaron a Revolución Democrática a mover todas sus fichas a Santiago.
El problema fue que la DC y el PS no estaban disponibles para dejar el camino libre al ex dirigente estudiantil. Por ello, instalaron en la comuna a Eugenio Ravinet (DC) y Marcelo Díaz (PS).
En agosto, Peñailillo, entonces jefe del comando de Bachelet, por expresa petición de la entonces candidata, demandó a los postulantes en Santiago, y en especial a Díaz -ex diputado con simpatías por la nueva generación de dirigentes estudiantiles- que agotara todos los esfuerzos para conseguir un entendimiento.
Bachelet creía que la irrupción de la agrupación en el escenario político se convertiría con el tiempo en una contribución al programa de reformas de la centroizquierda que ella lideraba. Otros dirigentes del bloque, sin embargo, estaban convencidos de lo contrario.
Fue Miguel Crispi, como coordinador nacional del movimiento, quien asumió la representación de Jackson en la negociación. El ex líder de la Feuc llegó hasta la casa de Marcelo Díaz, donde se sucedieron una serie de reuniones en las que también participaron Sebastián Depolo y la militante RD, hija de Estela Ortiz y reconocida figura de los círculos bacheletistas, Javiera Parada, para explorar un acuerdo en favor de su candidato.
Días después, Jackson y el hoy ministro de la Segegob se reunieron a solas para sellar la omisión del hoy ministro y de Ravinet. La gestión se realizó a pesar de la abierta negativa de Ignacio Walker, que en ese entonces era presidente de la DC. A cambio de la omisión, la Nueva Mayoría le pidió a Jackson y a RD el compromiso de todo el grupo con algunos lineamientos programáticos. En particular, la reforma educacional. Ese fue el primer germen del desembarco futuro de personeros del movimiento en el Mineduc.
“Es muy bueno que los partidos también hayan comprendido que es esencial apoyar a candidatos que puedan aportar muy importantemente en la construcción de un Chile de todos”, dijo Bachelet un día después del acuerdo.
En diciembre de ese año y tras un fuerte debate interno- en el que Jackson apostó en favor de Bachelet-, el movimiento acordó respaldar explícitamente a la candidata de la Nueva Mayoría en la segunda vuelta presidencial.
Para algunos, ese apoyo llegó muy tarde. A pesar de que Peñailillo junto a otros dirigentes trataron de concretar meses antes un gesto concreto -pedían coherencia con la omisión de todo el bloque en favor de Jackson en Santiago-, RD no quiso dar el paso. Esa fue la primera vez que en boca de personeros de la Nueva Mayoría se escuchó la palabra “deslealtad”.
Crispi, Jackson y Depolo se volvieron a encontrar con Bachelet el 11 de diciembre en su comando, donde sellarían su respaldo.
El equipo de campaña ya había preparado la reunión y fue el ex vocero de gobierno Alvaro Elizalde y la actual ministra de Justicia, Javiera Blanco, quienes salieron a recibir a los jóvenes para iniciar la cita con la candidata presidencial.
Los dirigentes de RD llegaron con un documento en mano titulado “Vía institucional a la asamblea constituyente”. Quienes participaron de la campaña recuerdan que terminada la reunión -donde conversaron de la propuesta constituyente-, Bachelet les pidió a sus asesores que en el menor tiempo posible incluyeran parte del texto entregado por RD en el programa de gobierno.
“La decisión exige madurez política por parte de todos, y se trata de cómo hacer crecer RD y cómo poder cambiar las cosas. No se trata de cuanto “afecto” le tenga uno u otro a MB o a quienes componen la NM (…), se trata de una decisión política”, dijo Jackson en un correo electrónico a los principales dirigentes de RD a fines de ese mes.
Golpe a Tohá
Desde hace un año, en todas las asambleas del consejo político de RD -reuniones que se realizan los días miércoles cada 15 días y que convocan a la directiva del partido y a otros 20 consejeros- recurrentemente se discutía lo mismo: cuándo dejar el Mineduc.
En el diseño inicial estaba contemplado que Crispi y Muñoz dejaran el ministerio en octubre de este año, después de la elección municipal, con algunas metas cumplidas en los proyectos de la reforma educacional en los cuales trabajaron.
Sin embargo, la entrega de firmas ante el Servel y la vinculación de la alcaldesa de Santiago, Carolina Tohá, al financiamiento irregular de la política precipitaron las cosas.
“Si Tohá va a la reelección puede significar que Chile Vamos vuelva al municipio”, dijo Jackson, desatando la molestia de Tohá -quien respaldó la candidatura a diputado del ex dirigente estudiantil-, el PPD y el oficialismo.
En los últimos días, los principales dirigentes de RD han tomado contacto con el círculo de Tohá y con personeros de la Nueva Mayoría para tratar de explicar las palabras de Jackson. Según fuentes de la agrupación, la declaración buscó constatar su “sorpresa” por la vinculación a la investigación de la fiscalía de una de las dirigentas más destacadas del progresismo.
Nuevamente, en la Nueva Mayoría utilizaron el término “deslealtad”.
El jueves 26, en una reunión que se prolongó durante más de cinco horas, donde se hizo un diagnóstico poco alentador del desempeño de Tohá en el municipio, el consejo político de RD decidió bajar la tensión con el oficialismo y no presentar candidato en Santiago. Sí llevarán postulantes a concejales.
La renuncia de Crispi y Muñoz para trabajar en el despliegue del partido -que comenzará a recibir financiamiento público a partir de julio- vino acompañada de la salida como agregada cultural en Nueva York de Javiera Parada, quien llegará la próxima semana a Chile para cumplir una tarea específica como representante de RD en la denominada “Coordinación de asamblea constituyente”.
La hija de Estela Ortiz es una privilegiada en el seno bacheletista: fue convocada al comando presidencial y, al resultar electa Bachelet, se le designó como agregada cultural en Nueva York.
Hoy, según relatan los principales dirigentes del partido, los esfuerzos de RD están volcados en alcanzar la adhesión mínima de militantes en todas las regiones de Chile. Esto, porque hasta ahora sólo han podido entregar la cantidad de firmas mínimas de cinco regiones.
Así, Crispi, Muñoz, Parada y otros dirigentes que iniciaron su carrera política al alero del bacheletismo estarán concentrados en el congreso ideológico de la colectividad, que inicia en junio y que concluirá en noviembre. En RD ya han manifestado que como modelo esperan construir un frente transversal progresista similar al Frente Amplio Uruguayo (FA), referente político con el que ya tomaron contacto en un viaje de una delegación del partido en octubre de 2014.
La permanencia en el gobierno
Una veintena de militantes de RD que participan en puestos vinculados al devenir de la reforma educacional quedaron en una posición incómoda tras la señal política de Muñoz y Crispi. Entre los de mayor injerencia se encuentra Andrés Soffia, coordinador de participación ciudadana del Mineduc, y Pablo Jorquera, quien se desempeña en el gabinete.
En La Moneda han intentado bajar la tensión en algunos ministerios, que piden abiertamente la salida de todos los militantes de la agrupación de Jackson. Miembros de RD tienen cargos estratégicos en el gobierno, como el segundo piso de La Moneda -hoy militantes de RD trabajan en el área de Contenidos de Presidencia-, y ocupan cargos relevantes en gabinetes ministeriales, como es el caso de algunos colaboradores del ministro del Interior, Jorge Burgos, y de servicios como Fonasa, dirigido por Jeanette Vega.
Los cuestionamientos también se extienden a asesores del Ejecutivo, como el ex coordinador nacional de RD Pablo Paredes -quien se desempeña como asesor de la Secretaría de Comunicaciones del gobierno- y el nombramiento de la ex ministra de Cultura y militante RD Claudia Barattini, quien asumirá próximamente como agregada cultural en México.
Frente a estos cuestionamientos, el coordinador nacional de RD, Sebastián Depolo, responde: “Yo creo que muchos de ellos, la gran mayoría de ellos, está por sus capacidades profesionales. Nosotros también queremos aprender a hacer Estado, al diseño de las políticas públicas”.
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