“Supongo que esa frase, del ex Presidente Piñera, estará dicha en un contexto que la matiza, pues, si no es así, sería una frase que no reflej03a la realidad; sería injusta y generaría prejuicios que pueden llevar a la violencia”, plantea el sacerdote jesuita Felipe Berríos.
El presbítero reside en La Chimba, un campamento de Antofagasta, donde tiene un Centro de Formación Técnica integrado en un 95% por inmigrantes. Pero su análisis no apunta solo a la alusión del ex mandatario, quien sostuvo que “muchas de las bandas de delincuentes en Chile son de extranjeros”. También es su punto de arranque para desmenuzar las carencias que, a su juicio, Chile tiene como país en esta materia.
“Tenemos que tener más cuidado, en un contexto en que recientemente ha sido electo un presidente de EE.UU. que usó el rechazo a los migrantes como eje de su campaña. No creo que haya sido esa la intención del ex Presidente Piñera y estoy seguro de que precisará sus dichos. En Chile existe un Estado de derecho y los migrantes son ciudadanos. La dureza debe estar dirigida a las mafias que controlan y abusan de los migrantes, no contra ellos.
La actual Ley de Extranjería y Migración data de 1975…
El problema es complejo, y no solo por las distintas realidades migratorias que tiene Chile, como su larga frontera, la falta de mano de obra y lo atractivo que es como país, también hay otro tema, que creo lo debe tocar una nueva ley, de que muchos migrantes hoy no han sido, como en el pasado, invitados o acogidos por el Estado, sino que son atraídos por el mercado, el que se desentiende de sus necesidades de educación, salud y vivienda. Una nueva norma, si no quiere ser un maquillaje, tendrá que meterse en esas cosas. Pero ojo, no solo se trata de actualizar las leyes.
¿En qué sentido?
Se requiere también de un cambio sociocultural profundo, uno en el cual todos nosotros, como país, tengamos una nueva visión. Aquí a los europeos los llamamos extranjeros y a los latinos, inmigrantes. Eso lo ha advertido mucha gente y yo lo comparto. Hay un clasismo que como sociedad debemos cambiar y superar.
¿Teme que un estilo de campaña ultranacionalista aparezca en las presidenciales del próximo año?
Puede ser una tentación… ojalá que no suceda. Hay que estar atentos a dichos que puedan llevar a ello. Como lo sostuvo Miguel Yaksic, encargado del Servicio Jesuita a Migrantes, lo peor que le puede pasar al país y a los migrantes es que politicemos el tema.
En la práctica, ¿cómo ve la integración de extranjeros en Antofagasta?
A pesar que la mayoría de los migrantes viven marginados en campamentos, en lo cotidiano no hay problemas de convivencia fuera de lo normal. Los problemas son más bien planteados a nivel mediático. Evidentemente, somos de culturas distintas y adaptarnos puede no ser fácil, pero esa misma adaptación nos enriquece como personas. Y es lo que ha enriquecido en el pasado a Chile, con sus diversos flujos migratorios.
En otros temas, el obispo Santiago Silva es el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal. ¿Qué énfasis le gustaría que tuviera?
Bueno, lo que esperan chilenos creyentes y no creyentes es un presidente de la Conferencia Episcopal que sea una persona dialogante, humana, cercana a los marginados, semejante a lo que refleja el Papa Francisco. Pienso que monseñor Santiago Silva tiene todas las cualidades para responder a estas esperanzas.
En 2014 hubo unas supuestas denuncias al Vaticano contra tres sacerdotes, entre ellos usted, por dichos sobre temas de moral, ¿pedirá una reunión con el obispo Silva para saber qué pasó?
Hay cosas más importantes de las cuales estar preocupado. Esta chimuchina eclesial me tiene sin cuidado. Esa pregunta debe estar más bien dirigida al nuncio (apostólico), que aún guarda silencio sobre el tema.
A mediados de año usted criticó las marchas del movimiento estudiantil, tras los destrozos a varias propiedades. ¿Ha visto una evolución?
Muchos que apoyamos la causa de los jóvenes, sentimos que se les iba de las manos el movimiento. Me da la impresión que ellos también se han dado cuenta de esto. No puede ser que la sociedad les tenga miedo, y que ellos piensen que sus justas demandas no pueden convivir con otras demandas también justas de quienes no pueden protestar, como los párvulos. El país debe responderles a todos, no solo a quienes gritan más fuerte.
El proyecto de despenalización del aborto en tres causales continúa en el Congreso. Quienes lo apoyan vieron la determinación del Papa Francisco de extender la posibilidad de que los sacerdotes absuelvan este pecado, como un gesto a una realidad que existe. ¿Cree que esto incidirá en el debate?
Pienso que el debate se ha centrado mal. El tema, a mi entender, no está solamente en sí o no al aborto, sino en la despenalización del aborto en tres causales muy específicas, en las cuales está debilitada la libertad humana, en la que no puedo obligar a una madre a ser héroe. Tal vez la más compleja es la que se refiere a la causal de violación, pues la calidad de una vida humana no se mide por cómo ella se gestó. Lo del Papa es diferente, pero se une en la mirada de misericordia que se debe tener ante una mujer, pues la mujer involucrada en un aborto es tan víctima como victimaria. Es un tema delicado, que se toca muy a la ligera con una pregunta tan básica como distorsionante: ¿estás a favor o en contra del aborto…? Yo estoy como sacerdote en contra del aborto, pero creo que la respuesta es más compleja e implica matices.
En educación, Chile Vamos advirtió y presionó por mejorar una situación de facto. Que la gratuidad y becas sean ecuánimes para universidades del Cruch y para los planteles privados, que agrupan la mayor cantidad de estudiantes vulnerables. ¿Es un avance social?
Hay universidades privadas, como la Diego Portales o la Alberto Hurtado, que no tienen fines de lucro y que, en su orígenes, acogieron a grupos de profesores universitarios que durante la dictadura fueron expulsados por defender universidades públicas, autónomas y sin lucro. Hay también otras universidades privadas que sí nacieron con afán de lucro y que ahora acogen a muchos jóvenes de escasos recursos. Como también dentro de las universidades estatales hay mucha variedad. ¿Cómo se avanza a un ideal universitario que pueda recibir recursos del Estado? ¿Cómo se garantiza la calidad? ¿Cómo el Estado, sin asfixiar buenos proyectos de universidades de origen privado, pero de carácter público, apoya las universidades? Lo que se ha aprobado es un paso que lleva a ir respondiendo estas preguntas en el complejo escenario en que ya se encuentran estudiando muchos jóvenes, de los cuales no se puede prescindir.
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