2016 fue el año laboral más conflictivo desde 1990.
Esa es la principal conclusión del informe anual del Observatorio de Huelgas Laborales (OHL) de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Alberto Hurtado, en conjunto con el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), que ofrece un panorama general de las huelgas entre 1990 y el 2016.
Sin bien las cifras preliminares de la Dirección del Trabajo, indicaban que era el tercero más conflictivo en dos décadas, al agregar los datos de las huelgas extralegales la cifras muestran otra realidad.
De acuerdo al informe, que se presentará de forma oficial el próximo miércoles, en 2016 se registró un total de 462 huelgas, lo que supone un aumento de un 20% con respecto al año anterior, y el más alto desde 1990.
El incremento global de las huelgas se explica, en parte, por el alza en la conflictividad en el sector privado, donde el año pasado se registró un total de 330 huelgas, lo que representa un crecimiento de un 26% en relación con el número de movilizaciones del año anterior (262 huelgas).
Según se detalla en el estudio, este crecimiento afecta tanto al sector público como al privado, pero es particularmente intenso en este último, en los lugares donde predomina la huelga extralegal.
En particular, el número de huelgas extralegales aumentó de 85 en 2015 a 133 el año 2016, alcanzando su récord histórico y un crecimiento de un 56,5%.
El informe define de manera amplia la conceptualización de huelga, como “toda disrupción deliberada del proceso de trabajo, organizada por un grupo de trabajadores/as, para el logro de una reivindicación común”.
En ese sentido, detalla que se interesa tanto en las huelgas legales realizadas en el marco de la negociación colectiva reglada como en aquellas extralegales que tienen lugar fuera de estos procesos o sin apego a las reglas de procedimiento establecidas en la normativa laboral.
La suma es relevante para el informe, que apunta a que las extralegales han quedado “al margen del radar de la Dirección del Trabajo y otras agencias que dan seguimiento a la conflictividad laboral en el país”.
De acuerdo a Francisca Gutiérrez, doctora en Sociología y académica de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Alberto Hurtado y una de las coautoras del informe, el aumento de conflictividad sería uno de los efectos colaterales de la nueva Reforma Laboral, que otorgó “incertidumbre para ambos lados”, tanto para el sector privado como para el sindical. En ese sentido, apunta a que el mayor número de negociaciones se llevó a cabo este 2016, con tal de evitar negociar bajo la nueva legislación.
Gutiérrez apunta además a que las huelgas extralegales “han ido creciendo porque los procedimientos para la negociación colectiva y huelga son muy complejos, por eso optan por negociaciones extralegales”.
De hecho, y ante la puesta en marcha de la reforma, apunta a que en 2017 podría incluso verse un aumento de aquellas extralegales, debido a la puesta en marcha, por negociaciones más engorrosas o, incluso, debido al desconocimiento de la nueva legislación.
Mayor conflictividad, pero con menor convocatoria y duración
Pese al alza en la conflictividad, el reporte detalla que el número de trabajadores involucrados en huelgas extralegales, donde se concentraron las cifras, disminuyó en el sector privado y en particular en el sector público, a diferencia de los años 2015 y 2014.
En específico, los trabajadores movilizados bajaron desde 1.576 a 772 entre 2015 y 2016, lo que supone una disminución del 51%.
Aun así, el número de trabajadores movilizados en huelgas legales del sector privado aumentó, alcanzando el segundo nivel más alto desde 1990.
Se destaca, asimismo, que las huelgas se hicieron más cortas durante el 2016, tanto en el sector privado como en el público.
Respecto a 2015, hay una disminución de la duración promedio de las mismas respecto al año, desde 9,5 a 8,4 días, siendo esta caída mucho menos intensa en las huelgas legales que en las extralegales. En efecto, el promedio de días perdidos en las primeras disminuyó de 11,9 a 10,7, mientras que el de las segundas cayó de 4 a 2,8.
De todas formas, la duración de las huelgas legales continuó siendo muy superior a la de las extralegales, tal como ha sido la constante desde 1990, detalla el estudio.
Leve aumento de la violencia
El estudio de la UAH y el COES revela, además, un leve aumento de la violencia en las huelgas, de la mano con el mayor número de manifestaciones.
“El año pasado creció el porcentaje de huelgas que estuvo acompañada de acciones disruptivas que implicaron interrupción del libre tránsito, tanto dentro como fuera de los establecimientos en huelga, de un 16,4% a un 20% en el sector privado y de un 9,9% a un 27,3% en el sector público”, señala, pese a que la tónica sigue siendo la manifestación pacífica.
Se añade que en 2016 subieron las ocasiones en que se registró alguna modalidad de intervención policial, desde el 11,07% a 17,3% en el sector privado y del 7,44% al 13,27% en el caso del sector público.
Ya no importa solo el dinero
El informe detecta que hubo una disminución del porcentaje de huelgas provocadas por demandas salariales respecto del 2015, aunque sigue siendo la principal razón de las negociaciones.
El informe muestra que las demandas relativas a remuneraciones pasaron de casi un 80% en 2010 a un 60% en 2016, mientras que las demandas por mejores condiciones de trabajo, organización o situaciones externas a la empresa aumentaron considerablemente, pasando desde un 8% a un 13% en cuanto a las condiciones.
Pese a esto, las demandas salariales continúan siendo ampliamente mayoritarias en el sector privado (más del 70%), mientras que solo representan menos de un cuarto de las huelgas en el sector público. En este último, las huelgas provocadas por demandas ligadas a la organización del trabajo (cambio de jornadas, despidos, etc.) son las que experimentaron el incremento más significativo, llegando al 50% de las huelgas en este sector.
Ante esta situación, Francisca Gutiérrez destaca un “cambio cultural de los sindicatos”, y que sus nuevas demandas apuntan a la madurez de las organizaciones ante el empoderamiento obtenido en las décadas pasadas, cuyo crecimiento desde los 90 ha influido en el fortalecimiento de las organizaciones sindicales.
No obstante lo anterior, y pese a que apunta al “factor inmediato que tiene que ver con la reforma”, reconoce que el crecimiento de la conflictividad tiene que ver también con el despertar social que podría haber comenzado en 2006 o 2011 con las marchas estudiantiles, en contraste con esta relativa “paz social” de los años 90.
“La gente se está organizando más, y eso hace un link con las relaciones laborales, en el marco de una legalidad que no ha cambiado mucho”, concluye Gutiérrez.
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