El pasado miércoles, el matinal de Canal 13, Bienvenidos, fue el centro de las miradas luego de que Ricardo Soto, el médico del espacio, recomendara en el programa los supuestos efectos curativos del MMS.
La polémica se generó a raíz de que el MMS (Solución Mineral Milagrosa, por sus siglas en inglés) es un químico de uso industrial utilizado como blanqueador y desinfectante. Antes de la exposición del médico, la señal emitió un reportaje en el cual afirmaban que se trataría de “un mineral que ha cambiado la vida de muchas personas”.
Ante ese escenario fueron varias las voces que salieron a contradecir las sugerencias de Soto y el matinal. Gabriel León, bioquímico y auto del libro La Ciencia Pop”, señaló a través de su cuenta de Twitter que “El MMS es un limpiador industrial, altamente tóxico ¿están esperando que alguien muera para detener esta estupidez?”.El Colegio Médico también encendió las alarmas ante las declaraciones del doctor. Izkia Siches, la presidenta del organismo, informó que la entidad está evaluando pasar el caso de Soto al Tribunal de Ética para analizar su caso y, eventualmente, desafiliarlo del Colegio. La dirigenta señaló a Emol que “yo entiendo que no quiere dañar a la población, pero esos mensajes mal comprendidos y, en este caso, con un producto que ni siquiera está autorizado en el país, ya superó el límite de todo lo posible”.
La cuenta de Twitter del Seremi de Salud de la Región Metropolitana también aprovechó de esclarecer la realidad del supuesto medicamento. “Aclaramos a la población: MMS NO posee autorización sanitaria, ni tampoco del ISP. No lo recomendamos”, comunicaron a través de la red social.
El caso abre el debate sobre la responsabilidad de los comunicadores que emiten este tipo de contenidos en televisión. Abraham Santibañez, periodista y expresidente del Consejo de Ética de Medios de Comunicación, da cuenta de la gravedad de la falta en la que incurre un medio en un caso como el del doctor Soto: “uno siempre debe verificar la información que está entregando. En el caso del doctor Soto hay una falla muy grande, porque no solo se trata de una información equivocada que puede ser pintoresca, sino que es peligrosa, y en ese caso los medios deben ser muy cuidadosos. Esto es un grave caso de irresponsabilidad y definitivamente los mecanismos que disponemos hasta aquí no han sido suficientes, aunque deberían serlo”.
Hace poco menos de un año se viralizó un video en el cual Claudio Iturra, periodista de programas de supervivencia y animales, mostraba su interacción con la fauna costarricense afirmando estar en una selva centroamericana. La verdad, que se supo debido a la filtración de un video, era que Iturra se encontraba en un zoológico y su contacto con los tapires que exhibe en el material era mera producción televisiva.
El episodio desató la preocupación de investigadores y profesionales dedicados al trabajo con la vida silvestre, quienes publicaron un comunicado en el que señalaban que “en sus programas existen numerosos ejemplos de imágenes que muestran como protagonista al señor Iturra, realizando acercamientos irresponsables a animales supuestamente en estado salvaje, poniendo en riesgo no solo su propia vida, como él mismo muchas veces manifiesta en las imágenes, sino también la seguridad de los animales con los que se encuentra. A nuestro parecer, el trabajo con animales debe ser abordado con extrema cautela, evitando dar ejemplos de falsa confianza, en los que se muestre con facilidad con que se puede estar muy cerca y muchas veces incluso tocar animales salvajes que, como tales, pueden tener reacciones impredecibles”.
Lyuba Yez, académica de la Universidad Católica y profesora de Ética de las Comunicaciones, destaca el rol de los editores en situaciones como estas: “probablemente tiene que ver con que son contenidos que se utilizan dentro de contextos de entretención como los matinales o estos programas de viaje. Pero la figura del editor en estos programas también existe. Yo creo que lo importante es que todo lo que es entretención, lo que es atractivo, lo que puede ser masivo, no necesariamente debería ser perjudicial ni riesgoso. En la medida en que tengas barreras de control vas a poder entretener igual”.
En diciembre del año pasado el matinal “Muy Buenos Días”, de TVN, emitió una entrevista con José “Carlinhos” Ferreira, un vidente brasilero. En la conversación, Carlinhos pronosticaba un gran terremoto en Chile y anunciaba la muerte de alrededor de 500.000 personas.
El canal público acumuló 86 denuncias ante el Consejo Nacional de Televisión y, tras la revisión de las mismas, el organismo determinó multar con cerca de $12 millones a la señal por “infringir el Artículo 7 de las normas generales sobre contenidos de las emisiones de televisión y Artículo 1 de la ley 18.838, en razón del tratamiento sensacionalista de una noticia”.
El vidente salió al paso de las críticas y pidió las disculpas del caso. “Quiero pedirles disculpas a todas las personas de Chile, porque les tengo mucho cariño y quiero dejarles bien claro que no quiero pasar vergüenzas acá equivocándome. Quiero que entiendan solo una cosa: la información viene de arriba, no de Carlinhos, no vengo acá a generar pánico”, declaró haciendo alusión a que sus predicciones serían divinas.
En este contexto es que se vislumbra con mayor claridad la constante dicotomía que enfrentan los medios de comunicación en donde, por un lado, deben emitir contenidos masivos que les permitan atraer audiencias y, por otro, deben someterse al rigor de la ética periodística que muchas veces queda relegada.
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