Virólogo Jonás Chnaiderman y el COVID-19: «Esto pone en cuestión el modelo mixto de salud chileno. La gente de menos recursos es la más desprotegida»

Una vez suspendidas las clases en todo el país por 14 días, y restringidos todos los eventos masivos que reúnan a más de 500 personas, ¿cuáles son las probabilidades de que la curva de contagios siga subiendo y que esto se pueda escapar de las manos? Según el virólogo de la U. de Chile, “estamos frente a un riesgo real y una gran fracción de la población probablemente será infectada, un porcentaje sufrirá enfermedad grave y un grupo menor fallecerá a causa de este virus”. El virólogo apunta, además, a la falta de capacidad de respuestas de nuestros centros asistenciales, lo que hace evidente que, ante esta amenaza nueva, la situación se convierta en una aún más difícil. «Esto pone en cuestión el modelo de salud chileno y debe ser una oportunidad para un debate científico y serio de poner en cuestión este modelo mixto de salud con muchos recursos para el sector privado y con escasos recursos para los centros asistenciales públicos que atienden a la mayoría de la población. Lamentablemente, esto pone en evidencia que los reales desprotegidos en salud son los que hacen parte de la población de menores recursos».

-Ahora que se entró en fase 3 y se prevé que aumenten los contagios, qué tan peligroso es que escale el pánico?
-El pánico nunca es útil y en particular el mediático fomenta una irracionalidad en la ciudadanía. La pandemia nos pone ante un riesgo efectivo. Otros países han mostrado que probablemente una fracción de la población será infectada y, ante esa realidad, hay que ver cómo encaramos racionalmente esta situación. Las amenaza real es que una fracción de la población va a sufrir enfermedad grave y una fracción menor fallecerá por el virus. Entonces, los riesgos sí son reales y todas nuestras medidas públicas deben estar orientadas a disminuir el número de infectados y de fallecimientos. Hay que evitar activamente que el número de casos se concentre en poco tiempo, porque si se concentra la demanda a los centros asistenciales, esto en sí mismo disparará la mortalidad. La invitación que hay que hacerle a la comunidad es a fomentar el autocuidado, lavado de manos; al Estado y a empleadores, facilidades a sus trabajadores de ejercer en sus casas. Esto debe ser asumido a rajatabla.

-De acuerdo al comportamiento del virus a nivel mundial, ¿qué se espera de su tasa de contagio en Chile?
-No hay ningún motivo para imaginar que el comportamiento del virus sea distinto a los otros países. En Chile sí se espera que haya un crecimiento exponencial de nuevos casos todos los días, lo que acumulativamente será un número considerable de la población infectada.  La duda es hasta cuándo, es decir, cuándo lograremos empezar a disminuir el número de infecciones diarias.

-El sistema público de salud se encuentra en permanente crisis y colapso de sus servicios de urgencia. El año pasado hubo quiebres de stock y falta de insumos en distintos servicios, una tasa alta de contagio implicaría una demanda difícil de aguantar por nuestro modelo de salud.
-Sí, regularmente tenemos una falta de capacidad de respuestas de nuestros centros asistenciales, es evidente que, ante esta amenaza nueva, la situación se convertirá en una aún más difícil. Esto pone en cuestión el modelo de salud chileno y debe ser una oportunidad para un debate científico y serio de poner en cuestión este modelo mixto de salud con muchos recursos para el sector privado y con escasos recursos para los centros asistenciales públicos que atienden a la mayoría de la población. Lamentablemente, esto pone en evidencia que los reales desprotegidos en salud son los que hacen parte de la población de menores recursos.

-¿Qué medidas son importantes para evitar el colapso de los servicios de urgencia?
-Será importante evitar que la curva más crítica del coronavirus no coincida con la del virus influenza. La simultaneidad puede traernos aún más problemas, particularmente en la población de mayor riesgo, que son nuestros adultos mayores. Respecto a la primera infancia, habitualmente buena parte de la focalización de la campaña de invierno se centra en menores de edad y esto será muy difícil de realizar si estamos en la curva más alta de coronavirus. Aunque los registros actuales indican que la mortalidad del coronavirus es baja en niños y niñas, el colapso de las infraestructura de salud puede implicar una desprotección para ellos. Y aquí hay que aprender: Chile no puede seguir teniendo un sistema de salud pública tan pobre, que desprotege al grueso de la población frente a una amenaza como esta.

-Se critica la idoneidad del ministro a propósito de su poca legitimidad a nivel público, ¿crees que debiese haber otra figura que lleve adelante el abordaje de esta pandemia?
-Esto es complicado, puesto que Mañalich genera enemistad en buena parte de la población y no ha sido capaz de convencer a la ciudadanía de que el modelo de salud está funcionando. Y esto implica una problema de credibilidad para dirigir al país respecto a medidas de cuidado. Lo mismo se replica con el Presidente Piñera, que con un 6% de aprobación será muy difícil que le pida a la población que se quede en la casa. En este sentido es razonable pensar en una figura científica que pueda tomar ese liderazgo. En este momento hay muy buenos asesores técnicos que se han sumado al equipo del Minsal y habrá que pensar quién podría asumir esa conducción.

-¿Cuáles son las lecciones que nos deja la experiencia internacional estas semanas?
-Las lecciones principales que deja todo esto es que, desde un punto de vista biológico, seguimos como especie habitando el planeta desde un paradigma de devastación tal, que nos obliga a irrumpir en la naturaleza y esto trae como consecuencia exponerse a microbios con los que no teníamos contacto. Asimismo, el modelo de globalización implica que los seres humanos vivamos más aglomerados, más expuestos a contagios masivos, por lo tanto, es esperable que surjan estas amenazas biológicas. Esto puede ser abstracto, pero lo que implica en términos concretos es que los estados deben tener una infraestructura adecuada de salud para lidiar responsablemente con estas amenazas. Respecto a esto, sobre cuáles son los modelos sanitarios más adecuados, es importante remarcar que son precisamente los modelos de salud dependientes del Estado los que tienen la solidez para responder a los problemas derivados de una epidemia. Por sus propias definiciones e intereses, es difícil que una empresa pueda dar cuenta de una mirada sanitaria global, más allá de quizás ayudar a complementar este rol.

-¿Cómo evalúa la decisión de suspender las clases?
-Eso va a repercutir en una demanda de cuidados de padres y madres que ya no podrán ir a trabajar. Y esto no puede quedar a discrecionalidad de los empleadores. El Gobierno debe dar seguridades laborales para toda la población. En esto hay precedentes internacionales, de una cautela laboral con muy buenos resultados. A la larga es más seguro y económico que la población falte que acrecentar el número de infectados.

-¿Piensa que el plebiscito podría suspenderse?
-La medida de impedir la libre circulación no es perentoria. Es posible hacer contención sin privar la libre circulación. Respecto al plebiscito, hasta ahora no se ve necesario y podemos tomar medidas que eviten suspender un hito central a nivel nacional. Si de aquí hasta el 26 de abril tomamos medidas de contención necesarias y adecuamos sanitariamente los recintos de votación, el plebiscito sí podría ser ejecutable.

Se ha denunciado en algunos centros de salud la falta de implementos para los funcionarios
-Esto es un tema muy crítico. En lugares donde hay desprotección de los funcionarios, se ha visto que el personal de salud termina infectado y esto implica ausentarse de la labor de cuidado. Esto puede derivar en que en las etapas críticas del contagio arriesgamos tener menor recurso humano disponible. Además, implica que a los trabajadores, ya exigidos de mayores horas de trabajo, se les agrega inseguridad. Esto se convierte en una presión insostenible. La responsabilidad de la autoridad sanitaria es garantizar mecanismos de bioseguridad. En Francia se implementó, por ejemplo, una confiscación a empresas de mascarillas y las distribuyó al personal y pacientes que lo necesitaban. Esto podría ser replicado en Chile y con esto el Gobierno podrá asegurar un stock de protección a los centros de salud. Asimismo,  hay que explicarle al público general que el uso de mascarillas en personas no infectadas tiene una utilidad marginal y, al acaparar mascarillas, lo que estamos haciendo es que las personas que necesitan esas mascarillas no las tengan y esto es más peligroso para todos y, otra vez, esto tiene que ver con dar señales educativas y de seguridad a toda la población.