En Memoria de Francisco Olea

Por María Fernanda Villegas/ Ex Ministra de Desarrollo Social

Somos much@s  los que en distintas circunstancias conocimos a Francisco Olea, fue  ante todo un militante de la vida. Perteneció al  MIR, luego por allá terminando los 80, tal vez en el Congreso de Unidad, se incorpora al Partido Socialista de Chile. Desde ese entonces trabamos amistad, en un extraño viaje a un Festival Mundial de la Juventud, el que hace poco recordábamos.

Francisco Olea, fue tambien destacado columnista de varios medios, ex concejal de la comuna de la Reina, funcionario Público y académico entre otros roles que desempeño en el mundo de lo público.

Francisco Olea se fue y escribo esta nota in memoriam. Recordándolo no se me ocurren muchas personas comparables  que tuviesen esa energía, ganas de vivir, cambiar el mundo y ser feliz en un solo acto. Tal vez su hiperactividad era una señal de que él no tenía tiempo que perder y que quería tener la oportunidad de hacerlo todo.

Le gustaba leer y parte de nuestras conversaciones tuvieron que ver  cuando no con la coyuntura nacional,  con la preocupación  por el mundo de las ideas (o su ausencia) en el actual escenario político. Le obsesionaba además  el hecho de que  “nuestra generación” se hubiera  hecho humo en términos públicos  – pensaba – había mucho que aportar y mucho por hacer. El consecuente con esta idea hizo lo propio.

Me encantaba saberlo entusiasmado con sus proyectos y siempre ocupado de sus “viejas” como cariñosamente se refería a dirigentas sociales con las cuales compartía un ideario de desarrollo comunal participativo y democrático. Sin ir más lejos el 4 septiembre pasado me comentaba en un correo, reparos a modificaciones que se proyectaban en un plan regulador. No cejaba  y daba la pelea en todos los frentes. La ciudad y la segregación era otra de sus múltiples  batallas.

En este retrato hablado no autorizado de Pancho, otro aspecto necesario de compartirles  – especialmente en tiempos donde la memoria, la lealtad no resulta un valor tan significativo – , es su constancia en la  defensa irrestricta de la justicia, por  los Derechos Humanos, con mayúscula, los de tod@s, pero  reflejados especialmente en  compañeros de ruta que lo marcaron como Jecar Nehgme C.  a quien recordaba hace un tiempo en una columna para un medio on line donde nos remite al escritor Milán Kundera en la novela “la Lentitud” para trazar el vinculo entre “lentitud y memoria, entre la velocidad y el olvido”.

Amigo, formaste parte de mi vida, de mi generación y te agradezco por ello. Ahora formas parte de mi memoria, de nuestra memoria de la que no te dejaremos escapar, esa que como tú señalaste  “reconstruye lentamente una vida de huellas, símbolos y trazos de memoria.”

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