El estrago fue mayúsculo. Filas de taxis bloqueando la ruta que conecta la capital con el principal terminal aéreo del país. El taco era kilométrico y la molestia de los pasajeros fue tal que la mayoría optó por bajarse y llegar hasta el Aeropuerto Internacional de Santiago caminando. A esto se sumó la muerte de un turista brasileño tras sufrir un paro cardíaco en medio de la movilización.
Pero más allá de ese impacto, el paro de los taxistas del lunes pasado volvió a recordar la deficiencia que aún mantiene Santiago y que lo aleja del estatus de ciudades modernas como Barcelona y Río de Janeiro o Nueva York: mejorar la conectividad hacia el aeropuerto Arturo Merino Benítez (AMB).
El tema ya se había instalado cuando Metro anunció la futura Línea 7, que irá desde Renca hasta Vitacura. Pero esta semana nuevamente la discusión se tomó las redes sociales, donde se debatió sobre la necesidad de mejorar la conectividad hacia el terminal aéreo.
En el gobierno no se cierran a analizar el tema, pero para el futuro, pues para la ministra de Transportes, Paola Tapia, ese proyecto no es una prioridad para el Ejecutivo. “Hemos dicho que siempre estará disponible la factibilidad de estudiarlo, pero hoy día, a propósito de la Línea 7, no resulta rentable socialmente poder financiar públicamente ese proyecto”, dice. Pero hay alternativas.
Una alternativa: Transantiago
El tema de la conectividad hacia el principal embarque aéreo del país no es un asunto desconocido para la abogada de la Universidad Católica, pues Tapia conoce de cerca el trabajo del comité nacional de facilitación aeroportuaria, de la Junta de Aeronáutica Civil (JAC).
La facilitación, indica la ministra, es un concepto que se maneja a nivel internacional y que tiene que ver en cómo se generan las medidas para que los pasajeros tengan una mejor experiencia de viaje que comienza desde que salen su casa hasta llegar al punto de destino. “En ese sentido, la variable transporte público está incorporada como uno de los modos para mejorar esa experiencia y es en la que estamos trabajando”, indica.
Por eso, desde este año, más en específico desde que comenzó la llegada masiva de líneas aéreas enfocadas a brindar servicios low cost, que el gobierno comenzó a estudiar alternativas que mejoren el traslado de los pasajeros hasta el hoy llamado Nuevo Pudahuel. Entre las medidas se busca rebajar ese costo, porque de acuerdo con los cálculos realizados por Jaime Binder, secretario general de la JAC, a nivel nacional el transporte desde y hasta los aeropuertos se eleva en hasta un promedio de 59% el costo total de un viaje.
En Santiago, las alternativas van desde $1.700 (metro más buses, que salen desde las estaciones Los Héroes y Pajaritos), hasta los cerca de $ 20.000 que cuesta en promedio el traslado en taxi. Esta última cifra es alta, si se compara con el actual valor de los pasajes aéreos, sobre todo cuando existen ofertas, como las ofrecidas durante la semana por Jetsmart, con boletos desde los $ 5.000 más tasas para la ruta Santiago – Temuco.
“Por la llegada de las nuevas líneas low cost nosotros hemos requerido a nuestro servicio público, que es la Junta de Aeronáutica Civil, que pueda hacer un levantamiento de información y podamos ir analizando, caso a caso, los principales aeródromos del país y cuáles son los mejores mecanismos para potenciar el transporte público hacia esos terminales”, explica la secretaria de Estado.
Uno de los mecanismos que más sentido hace a la autoridad es potenciar una ruta expedita hacia el aeropuerto a través del Transantiago, “y eso lo estamos trabajando también a propósito de los próximos procesos de licitación y de modificaciones a los recorridos que también podrían efectuarse para llegar al aeropuerto con ese servicio”, indica.
El plan de Enea
Pero, en la práctica, ¿qué tan necesario es extender las líneas del Metro hacia el aeropuerto? El experto en Transporte y académico de la Universidad Andrés Bello, Louis de Grange, sostiene que se deberían iniciar “a la brevedad” los estudios más acabados de ese proyecto, sobre todo al considerar un crecimiento sostenido del 11% en la afluencia de pasajeros.
“Si bien existen otras prioridades en materia de Metro, como una línea hacia La Pintana o Lo Espejo, es fundamental avanzar también en un tren hacia el aeropuerto”, señala.
Añade que dependiendo de la tecnología, la inversión necesaria podría fluctuar entre US$ 25 millones el kilómetro si se opta por un tranvía, hasta los US$ 70 millones por kilómetro si se usa un metro. “Afortunadamente no requiere muchas estaciones, lo que reduce los costos de inversión y operación, y aumenta la velocidad comercial del servicio”, señala.
Y el gobierno ha tomado nota de la necesidad de estudiar cómo llegar al aeropuerto a través de una ruta de rieles, inversión que el propio Metro no ha descartado, si se hace a través de aporte público-privado. Tapia adelanta que se le han acercado “distintas organizaciones” para formar una mesa de trabajo, la que no descarta instalar próximamente.
Uno de los interesados es Enea. El centro de negocios ubicado en Américo Vespucio también quiere mejorar la conectividad y por eso ha manifestado abiertamente su disponibilidad para ayudar. De hecho, ya tienen un diseño cuya estimación de inversión, hoy muy preliminar, se calcula entre los US$ 150 millones y US$ 200 millones.
El diseño que proponen utiliza un tranvía ligero, vía rieles y eléctrico, que parta desde Pudahuel, pase por los terrenos de Enea y llegue hasta el aeropuerto.
“Dentro del trazado analizado existe la posibilidad de unir a los sectores residenciales que actualmente están divididos por la Ruta 68. En una primera etapa, este tranvía conectaría a la red del Metro con el Aeropuerto Internacional AMB y se proyecta que las redes de ese tranvía puedan extenderse a sectores residenciales al poniente de Américo Vespucio, llegando a los nuevos barrios que se contemplan en el desarrollo urbano de la Región Metropolitana”, detalla Bernardo Kupfer, gerente general de Enea.
Según explica, la idea es conformar un consorcio de empresas interesadas en la iniciativa en las que cada cual aportará de acuerdo a sus capacidades e intereses. “En el caso de Enea, y de conformidad al trazado que promovemos, un porcentaje importante del diseño que se plantea atraviesa el desarrollo inmobiliario que se impulsa, por lo que muy probablemente sea por esta línea en lo que se participe, además de destinar áreas para el mantenimiento del material rodante”, señala.
Añade que actualmente están trabajando en una propuesta que se justifique socialmente, “centrada en el ahorro de tiempos de traslados y en la ayuda a disminuir la congestión vehicular”, dice.
Tren ligero
Un tranvía ligero también es una de las opciones que propone Iván Poduje. El arquitecto y socio de la consultora Atisba analizó varias alternativas de trazados hacia el aeropuerto, siendo la más económica la extensión de 1,2 kilómetros de la futura Línea 7, por Cerro Navia, pasando por Enea, utilizando un tren liviano (5,2 km) y llegando al terminal internacional (ver infografía). Se trata de un tramo total de 6,4 kilómetros, cuya inversión se estima en US$ 200,2 millones.
Sin embargo, la postura del experto es que esta alternativa sólo se justifica socialmente cuando Nuevo Pudahuel finalice su fase de expansión y se eleve el flujo de pasajeros.
Señala que si el flujo de pasajeros del terminal aéreo sube de 15 millones a 20 millones, serían unas 2.500 personas que por hora transitarían desde el Metro hacia el aeropuerto. “Eso es bastante bajo para un metro. Deberían ser 10 mil personas por hora para justificar una inversión de esta magnitud”, dice.
Por eso los expertos ven “difícil avanzar” en este modelo por ahora. “La dificultad pasa principalmente por el uso alternativo de los recursos. Tanto en Santiago como en muchas ciudades del país existen grandes déficits de infraestructuras, quizás más prioritarios que un tren para el aeropuerto”, explica Louis de Grange.
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