Trabajadora de Komatsu: «Me despidieron por apoyar el paro de profes y organizar a las mujeres”

Elizabeth Macías tiene 25 años, es una joven trabajadora que como muchas en el área industrial en Chile, gana menos que sus compañeros con la misma calificación sólo por el hecho de ser mujer. Hoy la empresa japonesa Komatsu Reman vuelve a sus prácticas habituales: despedir a las y los trabajadores que no se callan la boca, que expresan su opinión, que fomentan la organización entre sus colegas, que exigen condiciones laborales dignas y trato justo, o que solidarizan con reivindicaciones de otros sectores de la población.

En palabras de Elizabeth “Venía viendo muchas injusticias. Con los despidos del año pasado, la pelea por la reincorporación, hubo un incendio donde compañeros por poco no murieron quemados, me enfermé de los brazos y en vez de mandarme a la ACHS, mis jefaturas trataron de convencerme de tirar vacaciones», manifestó la joven.

«Ganaba muy poco, entrando a las 5 de la mañana por la misma presión de las jefaturas, a lo que se suman los accidentes en las distintas áreas, por ejemplo, el accidente de un compañero y amigo que se lesionó la mano producto de una mala supervisión ¡120 kilos le cayeron triturándole el pulgar, lo que lo tiene hace tres meses con licencia! Como el accidente fue en la noche, y tenían que poner una jefatura y a un prevencionista, para abaratar costos decidieron que no hiciéramos más noche, pero esa plata no la suplieron, con lo que muchos vimos nuestro sueldo disminuirse de una”, continuó la trabajadora.

Como mujer trabajadora, Elizabeth ha sido parte, como miles de otras más, del movimiento de mujeres:

“Todo esto me llevó a querer organizar a las mismas chiquillas, tanto las compañeras de Komatsu, como a las externas, que tienen muy malas condiciones laborales trabajando hasta más de 14 horas, y me dije ’Compartimos las mismas vivencias, así como me pasa a mí les pasa a ellas’. Por ejemplo, no pueden disfrutar a sus hijos por tener que trabajar tanto. Después del 8 de marzo de este año, todo cambió, comencé a ver cómo mujeres con mis mismas condiciones laborales, como en la planta CTP de Correos Chile, estaban impulsando lo mismo que yo quería hacer. Me contacté con ellas y empezamos a conversar sobre cómo levantar una comisión de mujeres. Nosotras en el área de taller en Komatsu somos como 20 técnicas, más las compañeras del aseo que son 10, tenemos compañeras haitianas que viven muchas veces la peor cara de la explotación porque hay jefaturas que las tratan más mal por ser extranjeras, mientras los hombres son 100 técnicos y dos o tres de aseo. El hecho de que sea así, genera una cultura de machismo entre jefes y trabajadores, hay juegos opresivos donde los jefes los avalan, se ríen y fomentan estas prácticas. Es muy difícil ser mujer en la industria.”

La lucha de los profesores y la unidad de los y las trabajadoras

Las mujeres mucho sabemos del abuso patronal, y esta joven trabajadora lo sabe muy bien: “Con el supervisor viví una situación que me molestó, teniendo sobrecarga laboral, él me quiso cargar más pega aún, algo que hacen con todos nosotros, yo le discutí, le dije que había que darle prioridad al trabajo que se iba ese día, y en medio de la discusión el tipo me echó el cuerpo encima. Es el típico “jefe pulpo” y ya luego de eso, combinado con todo lo que dije, de tanto pulir se me habían inflamado los tendones. Esto me hizo ver que teníamos que cambiar la forma del trato en la empresa, y vi que una vía clave era entre compañeras y el sindicato”, comentó Elizabeth.

Es por eso, que al mirar hacia afuera, la movilización de los y las docentes la impactó: “Los profesores son trabajadores igual que nosotros y sufren las mismas injusticias, por eso encuentro necesario ayudar y apoyar a los profes. Esta pelea no la puedes dar solo, debemos ir acompañados, generarle sentido a los compañeros, y en eso hay que apoyar la causa de los profes. Entonces quise empezar a cambiar esas cosas, comenzamos a sacarnos fotos a partir de la campaña de la planta CTP de Correos, los carolazos, videos, discutiendo con los y las técnicas, y la relación que tenemos con el colegio de Lo Boza que queda acá al lado, donde realizamos nuestras asambleas, con los dirigentes gremiales de allá quisimos organizarnos.»

Un despido injustificado

El viernes 12 de julio, a las 11:40, justo antes de ir a almorzar, su supervisor directo le dijo que subiera: “Todos los despidos son así, tú sabes que si un día viernes te llaman a determinada hora es porque se viene un despido, te dicen ’oye anda donde la chiquilla de recursos humanos’, y lo presentí, y mi jefe no fue capaz de darme la cara siendo que me ha agobiado laboralmente. Me echaron por el 161, siendo que siempre he hecho mi pega súper bien, le enseñé a todo compañero y compañera que llegó después que yo. Hoy día, por ejemplo, tenía que llegar, como muchas veces antes, a las 5 am, eso implica que me tuve que levantar a las 4 am, y el móvil no llegó porque nunca lo pidieron de la empresa. En realidad fue súper fome, porque una se levanta y se proyecta como un día normal, y de sopetón, te encuentras sin pega, en la calle, solo por querer organizarte con tus compañeros, por mejorar nuestras condiciones y apoyar causas sociales que son para un bien en común”, denunció la trabajadora.

“Esta la voy a pelear”

Ante la pregunta de por qué quiere dar una lucha por su reincorporación, la joven comenta que «Existe la necesidad de organizarse dentro, como me pasó a mi le ha pasado a decenas de compañeros y se siguen cometiendo las mismas injusticias, yo no quiero que mi despido quede como una medida de represión a los demás, la empresa quiere generar miedo, que los cabros digan ’A ya, si reclamo me van a echar’, por eso quiero ser reincorporada. Quiero todo lo contrario, que los compañeros sepan que si lo logramos, se pueden lograr muchas más cosas si nos unimos, si nos juntamos.”

“Nosotros trabajamos bajo pésimas medidas, el incendio generó inseguridad. Necesitamos una sala de pulido, y estábamos haciendo nuestra pega en una sala de pintura, lo que implica que estás combinando dos factores riesgosos; por un lado, líquidos y químicos inflamables y, por otro, la chispa del pulido. ¡Corremos el riesgo de morir quemados adentro! Lo de la sala lo debieron haber pensado cuando hicieron la fábrica nueva, pero nunca los ingenieros ni prevencionistas lo pensaron y el hecho de que tuviera que ocurrir un accidente los hizo darse cuenta de que teníamos que tener la sala. ¡Han pasado siete meses desde el incendio y aún no lo construyen! Así demuestran cuánto les importan nuestras vidas”, denunció de manera enfática la joven.

Todos estos ejemplos muestran que, claramente, hay problemáticas graves que afectan, en especial, a las y los trabajadores de la empresa japonesa y que llevan años sin ningún tipo de solución por parte de la trasnacional. Accidentes, sobrecarga laboral, inseguridad al trabajar, falta de preocupación por el bienestar del personal y constantes despidos a quienes son parte del sindicato, tienen opinión y exigen cambios por parte de la empresa.

“La sala de pulidos es una emergencia, hemos tenido que pulir afuera con menos dos grados en invierno, en verano con más de 30 grados, en la sala de lavado donde mezclas agua y electricidad donde puedes electrocutarte, subiendo a plataformas metálicas donde corres el riesgo de morir electrocutado porque el metal, al igual que el agua, es conductor», explica con firmeza la trabajadora.

Como mensaje a sus compañeros y compañeras de Komatsu, Elizabeth les dice que “Mi pelea por la reincorporación tiene que ver con la lucha de los profes, la lucha de trabajadores en Walmart, enfrentar esas injusticias del Gobierno y los empresarios. Ellos ganan millones a costa nuestra y nos niegan nuestras demandas, nos despiden cuando quieren y eso no puede seguir pasando. Necesitamos la unidad entre todos los trabajadores, los estudiantes, y el mismo movimiento de mujeres del cual me siento parte. Esta lucha, la vamos a dar para ganarla”, concluye la joven.

 

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